Simple Stories in Spanish: El hijo robot, parte 6 (conclusión)

Season 10, episode 12

Catalina, Gustavo, and Benjamín are trapped. Their only way out is to build a robot for the man who took them: Javier. But, Catalina and Gustavo have a different plan – one that will allow them to escape with their robot son and take down Javier in the process. Will they be able to pull it off?

This story is in the third person and the present tense with some past, future, perfect, and subjunctive tenses as well. Important vocabulary in the story includes: “cerebro” (brain), “piel” (skin), “salir” (to leave), and “enciende” (ignite/turn on).

El hijo robot, parte 6 (conclusión)

Catalina y Gustavo han estado trabajando durante días con poco descanso. Solo pausan para comer y dormir un poco. No han tenido contacto con Benjamín y Catalina está llegando a su límite: solo quiere abrazar a su hijo otra vez.

Javier dice que Catalina y Gustavo no pueden ver a Benjamín hasta que construyan un nuevo robot para él. Así que Catalina y Gustavo trabajan día y noche.

Por fin, tienen un robot construido. No es tan bueno como Benjamín: todavía no tiene la piel artificial, pero tiene todos los componentes necesarios para que Catalina le ponga su cerebro artificial.

A diferencia del cerebro artificial de Benjamín, Catalina no se toma el tiempo para crear un sistema límbico porque este robot no tendrá emociones ni necesitará una memoria. Tampoco crea un lóbulo frontal artificial con características de bondad y cariño. Este robot no tendrá personalidad alguna.

Otra diferencia entre el nuevo robot y Benjamín es que Catalina no puso ningún bloqueo en el cerebro. El robot es muy fuerte y tiene acceso a toda la información del mundo.

Catalina y Gustavo saben que el robot no es muy humano, pero esperan que Javier no note la diferencia hasta que puedan escaparse. Solo necesitan estar en el mismo salón que Benjamín para poner en marcha su plan.

Cuando el robot está conectado, llaman a Javier al taller para que lo vea. Están nerviosos, pero necesitan mantener la calma si quieren que su plan funcione.

—¿Dónde está su piel? No parece muy humano —dice Javier al entrar.

—Ponerle la piel es el último paso. Necesitamos ver que todo el robot funcione antes de cubrir el esqueleto —responde Gustavo.

—Entonces, ¿a qué esperan? Enciéndanlo —ordena Javier.

Catalina hace contacto visual con Gustavo y enciende el robot. Luces aparecen en los ojos y el cerebro artificial, pero el robot no se mueve.

—¿Cuál es el problema? ¿Por qué no se mueve? ¡Han estado aquí por días! ¡Háganme un robot o destruiré al suyo! —grita Javier.

—El robot es nuevo. No sabe qué hacer. Tiene que aprender —dice Catalina con voz tranquila. 

—Entonces, enséñenle —dice Javier.

—Será más fácil si tenemos a Benjamín. Podemos transferir el aprendizaje de Benjamín al nuevo robot —dice Gustavo.

—Tienen cinco minutos —responde Javier antes de salir.

Gustavo mira a Catalina. Su plan está en marcha. Poco después, un hombre entra con Benjamín. La familia se abraza hasta que el hombre les recuerda:

—Solo tienen cinco minutos.

—Mijo, siéntate aquí. Te prometo que todo estará bien. Necesitas ser fuerte un rato más y luego estaremos juntos de nuevo. No te preocupes —dice Catalina

—Mamá, papá ¿qué está pasando? ¿Qué quieren estos hombres? No son muy simpáticos —dice Benjamín.

—¡Dejen de hablar y hagan el trabajo o nos vamos! —grita el hombre.

Catalina toma un cable y lo conecta al cerebro de Benjamín. Conecta el otro extremo del cable a su computadora. En lugar de descargar el aprendizaje de Benjamín, quita los bloqueos de fuerza e inteligencia que había puesto inicialmente. Benjamín se siente diferente de inmediato.

—Ahora —le dice Catalina a Gustavo.

—Halcón, levántate —ordena Gustavo. El nuevo robot en la mesa se levanta inmediatamente.

—¿Qué pasa aquí? —dice el hombre.

—Halcón, ataca —ordena Gustavo. El robot ataca al hombre. El hombre lucha, pero el robot es demasiado fuerte.

—Benjamín, necesitas abrir la puerta —dice Catalina. Benjamín golpea la puerta con una mano y la puerta se cae al suelo. 

—¡Vámonos! —grita Gustavo.

Benjamín, Catalina, Gustavo y Halcón corren por los pasillos del edificio hacia el garage. Una alarma suena. Escuchan a personas corriendo en su dirección y abren una puerta para esconderse. Catalina y Gustavo no pueden ver nada en la oscuridad, pero Benjamín reacciona con sorpresa.

—Mamá, es un cuarto de bebés —dice Benjamín. Gustavo enciende una linterna y ven cuatro cunas con bebés dormidos. El corazón de Catalina se llena de compasión.

—No podemos dejarlos aquí, mi amor. No sabemos qué tipo de experimento estarán haciendo.

—Claro que no —dice Gustavo. Envuelve a dos bebés en una manta y la ata a su espalda. Repite la acción con los otros dos bebés y ata la manta a la espalda de Catalina.

—No te preocupes, mamá. Yo les protegeré —dice Benjamín.

Gustavo escucha en la puerta. No oye nada, entonces abren la puerta y se van corriendo. Llegan al garage y ven un coche al otro lado. Dos hombres vigilan el garage, pero creen que pueden llegar al coche sin ser vistos. Gustavo va primero.

Desafortunadamente, mientras Gustavo corre, uno de los bebés en su espalda se despierta y empieza a llorar. Los hombres oyen el llanto y giran con sus armas apuntando directamente a Gustavo. Gustavo levanta los brazos y grita:

—¡Halcón, protégeme!

Halcón sale de su escondite y ataca al primer hombre. Levanta al hombre en el aire y lo lanza contra el otro.

Con el ruido, los otros tres bebés se despiertan y lloran. Catalina y Gustavo corren rápidamente al coche. Abren la puerta y Catalina entra con los cuatro bebés.

—¡Benjamín, apúrate! —grita Gustavo.

Benjamín hace para correr, pero una mano lo agarra del hombro. Es Javier.

—No vas a ningún lado, robot débil —dice Javier.

Benjamín mira a Javier. No siente compasión por ese hombre. Benjamín agarra la mano de Javier y la aprieta con toda su fuerza. Los huesos de la mano de Javier se quiebran y él da un grito. Saca una pistola con su otra mano, pero Benjamín es más rápido ahora que no tiene los bloqueos: le quita la pistola y le golpea la nariz.

Mientras Benjamín lucha con Javier, otros hombres entran al garage. Catalina y Gustavo tienen que salir ahora. Arrancan el coche.

—Benjamín, ven, mijo. Halcón, abre el garage —ordena Gustavo.

El robot se mueve hacia un panel y toca el botón para abrir el garage. Benjamín corre hacia el coche más rápido que cualquier humano.

—¡No pueden escaparse! ¡No pueden esconderse! ¡Los encontraré! —grita Javier con la cara ensangrentada.

—Halcón, abrázalo —ordena Gustavo, señalando a Javier. Cuando Halcón tiene a Javier en sus brazos, Gustavo continúa:

—Destrúyete en diez segundos.

—Diez, nueve, ocho… —cuenta Halcón. Javier lucha en los brazos metálicos del robot, pero es inútil.

—…cinco, cuatro, tres…

El coche con Gustavo, Catalina, Benjamín y los cuatro bebés sale del garage a toda velocidad. Por el espejo, ven una explosión seguida de otras explosiones hasta que todo el edificio está en llamas.

Catalina revisa a los bebés. No tienen identificación; no sabe de dónde vienen. 

—¿Qué hacemos con ellos? —le pregunta a Gustavo.

—Siempre quisimos hijos, ¿no? Ahora tenemos cinco —responde Gustavo.

Cinco años después, Catalina y Gustavo viven muy felices en una hermosa casa en la costa con sus hijos José, Lupita, Óscar, Flor y Benjamín.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El hijo robot, parte 5

Season 10, episode 11

Catalina and Gustavo worked hard to bring their child Benjamín to life. After the neighbors discovered their secret, they were taken away to a secret location. Now, their son is being held hostage in a way to make them create more robots like him. Will Catalina and Gustavo find a way out?

This story is in the third person and the present tense with some future, conditional, subjunctive, and perfect tense use as well. Important vocabulary in the story includes: “taller” (workshop), “cerebro” (brain), “tapar” (to cover), and “confía” (trusts).

El hijo robot, parte 5

Benjamín tiene miedo. Está en un camión con personas desconocidas. Los desconocidos llevan ropa militar y portan armas. No hay ventanas, así que no puede ver qué ocurre afuera, pero escucha los gritos de sus padres.

—¡No! ¡Mi hijo! ¡Benjamín! —llora Catalina.

—¡Déjenos en paz! ¡No hemos hecho nada! ¿Qué quieren de nosotros? —grita Gustavo.

Benjamín se siente culpable por haber salido de la casa. Solo quería jugar con los otros niños, solo quería ser un niño de verdad. Ahora tiene miedo.¿Qué quieren esas personas de él? 

De repente, la puerta del camión se abre y un hombre entra. A Benjamín no le gusta; le da mala espina. El hombre se acerca a Benjamín.

—Tú eres muy especial. Vas a cambiar el mundo —le dice el hombre. Luego abre el compartimento en la base del cerebro y apaga a Benjamín.

Mientras tanto, Catalina y Gustavo están en otro camión, rodeados de hombres con uniformes militares y diversas armas. Les atan las manos y tapan sus bocas. Catalina mira a Gustavo con desesperación.¿Adónde van? ¿Qué les pasará?

Los ojos de Gustavo están llenos de ira y determinación. Parecen decir: «Ten fé. Ganaremos nosotros». Catalina sabe que tiene que ser fuerte por Benjamín, pero está muy preocupada. ¿Dónde estará Benjamín? ¿Qué estará pensando? 

El camión parece mover durante una eternidad. Los brazos de Catalina le duelen, y está muy incómoda. Por fin el camión se detiene y las puertas se abren. Están dentro de un garage. Bajan a Catalina y a Gustavo por fuerza. Cuando salen del camión, ven el cuerpo de su hijo robot sobre una camilla. Dos hombres mueven la camilla a otro salón. Catalina grita y trata de correr hacia su hijo, pero su boca está tapada y un hombre agarra su brazo.

—No te preocupes, no sentirá nada. Solo es un robot —dice Javier.

Los hombres de Javier caminan con Catalina y Gustavo a un salón con solo una mesa y tres sillas. Javier se sienta en una y les indica a Catalina y Gustavo que se sienten en las otras dos. Un hombre les quita la cinta de sus bocas y se para al lado de la puerta.

—Sabía que eras inteligente, Catalina, pero nunca pensé que tendrías el talento de construir un robot tan humano. Con esa tecnología, no hay límites a lo que podríamos hacer —comienza Javier.

—No construí a Benjamín para nada más que amarlo —dice Catalina.

—Es nuestro hijo, no es ningún robot —agrega Gustavo.

—Parece que no comprenden lo que han hecho. Han construido un robot que pasa por humano. ¿No se dan cuenta de lo que esto significa? Sus robots pueden cambiar la historia, ¡pueden controlar la historia! —exclama Javier, emocionado.

—No queremos eso. Solo queremos regresar a casa con nuestro hijo —dice Gustavo.

—Saben bien que eso no pasará. Ustedes no van a ningún lado hasta que nos expliquen cómo lo hicieron —responde Javier.

—No. No les diré nada —afirma Catalina.

—Entonces tendremos que usar a su querido Benjamín como modelo. Estoy seguro de que por diseccionarlo aprenderemos todo le que necesitamos —dice Javier con frialdad.

Catalina y Gustavo se miran con miedo y preocupación. No quieren que diseccionen a Benjamín, pero tampoco quieren que otros tengan la tecnología para crear más robots como él. Catalina no confía en Javier; sabe que no es un buen hombre.

—Obtendremos la información que queremos, con su ayuda o sin su ayuda. No es como Benjamín pudiera oponerse a nosotros —insiste Javier.

Las palabras de Javier inspiran a Gustavo. Él tiene una idea; solo necesita estar en el mismo salón que Benjamín.

—Te ayudaremos —dice Gustavo. Catalina da un grito ahogado, y Javier sonríe.

—¿Qué dices? No podemos hacerlo. Es demasiado arriesgado. Piensa en las consecuencias —dice Catalina.

—Necesito mi computadora y las herramientas de mi taller —continúa Gustavo, ignorando a Catalina.

—No hay problema. Ya están aquí. Pueden empezar ahora —dice Javier. Señala a uno de los hombres y se levanta—. Lleva a nuestros invitados a su nuevo hogar.

Catalina y Gustavo caminan a un taller limpio y bien equipado con herramientas, metales y materiales electrónicos. Poco después, unos hombres entran con la computadora y otras cosas del taller de Gustavo. Cuando se van, Catalina mira a Gustavo, enojada.

—¿Cómo pudiste decir que ayudaríamos? Yo no quiero ayudar a ese…

—Mi amor —interrumpe Gustavo, indicando las cámaras en el salón. Luego susurra— Tengo un plan. Confía en mí.

Gustavo abre su computadora y comienza a construir un nuevo robot. Catalina le ayuda sin comprender, pero con confianza en su esposo. Está preocupada por Benjamín, pero por el momento no hay nada que puede hacer por él. Solo espera que su hijo no tenga miedo.

Mientras tanto, Benjamín está en una camilla en otro salón. Javier entra y abre el compartimento cerebral. Examina la placa base que controla a Benjamín. Observa la corteza cerebral, el lóbulo frontal, el hipocampo y todos los cables que conectan el cerebro artificial al cuerpo. Está impresionado.

Javier enciende el robot y observa como el cerebro se activa. Benjamín se sienta y toma un momento para escanear el salón y al hombre. Se siente incómodo.

—Hola Benjamín. Permíteme presentarme. Soy Javier y trabajo con Catalina.

—¿Conoces a mi mamá? —dice Benjamín.

—Pues, realmente no es tu mamá, ¿no? Es tu creadora. Pero, sí. Somos buenos amigos. Ella me contó todo sobre su experimento, es decir, sobre ti —dice Javier, con una sonrisa falsa.

—No te creo —responde Benjamín.

—Benjamín, con tu ayuda vamos a cambiar el mundo. Eres el primero de muchos robots que vivirán junto a los humanos —explica Javier—. Por ahora, solo quiero ver de qué eres capaz.

Mientras Javier examina a Benjamín, Catalina y Gustavo construyen un esqueleto de metal. Es un poco más grande que Benjamín y mucho más fuerte. Después de cuatro horas de trabajo, Gustavo habla a las cámaras.

—Hemos trabajado mucho. Necesitamos descansar y comer.

Después de unos minutos, un hombre entra con dos sándwiches. Gustavo usa su sándwich para tapar su boca de las cámaras.

—Vamos a construir un robot para rescatar a Benjamín —susurra a Catalina. Ella lo imita y levanta su sándwich a su boca.

—¿Un robot fuerte sin los límites que pusimos a Benjamín? —pregunta.

—Tendremos que trabajar sin descanso. Tendrás que programar un cerebro que siga nuestras órdenes. Lo más pronto que terminemos, lo más pronto podremos salir de aquí con nuestro hijo —dice Gustavo.

Terminan sus sándwiches en silencio y luego vuelven al trabajo. Gustavo conecta el esqueleto de metal, mientras que Catalina programa la placa base del cerebro artificial. Trabajan toda la noche y, en la mañana, los principios de un robot están sobre la mesa.

—Saldremos de aquí y viviremos como una familia de nuevo —susurra Gustavo mientras desayunan. Catalina piensa en su hijo y desea con todo su corazón que Gustavo tenga razón.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El hijo robot, parte 4

Season 10, episode 10

Benjamín is not like other children. He goes to school and enjoys playing, but he is not a normal child: he is a robot child. He had an accident in front of his friend Elian. Now, Elian and other kids are whispering about him and calling him a monster. Catalina and Gustavo are willing to do anything to protect their little family, but will it be enough?

This story is in the third person and the present tense with some future tense and subjunctive as well. Important vocabulary in the story includes: “se acerca” (approaches/nears), “vete” (go away), “piedras” (stones), and “abraza” (hugs).

El hijo robot, parte 4

Catalina y Gustavo tienen un hijo, pero su hijo no es normal, es un hijo robot. Ellos quieren mucho a su hijo; es su hijo milagroso. Quieren que su hijo tenga una vida normal como la de un niño normal de diez años.

Pero un día, su hijo, Benjamín, tiene un accidente mientras juega con los otros niños en la calle. Monta en bicicleta con su amigo Elian y se cae. Al caer, se rasga la piel artificial de su mano y es posible ver parte de su esqueleto metálico y los cables que controlan sus movimientos.

Gustavo ve a Benjamín, lo recoge y entran a la casa rápidamente. Cree que los otros niños no vieron nada. Saben que Benjamín debe tener más cuidado.

Gustavo está preocupado por Benjamín. No es necesariamente legal tener un hijo robot. Tiene miedo de perder a su hijo. No sabe qué pasará si las personas descubren que él y su esposa tienen la capacidad de construir un robot tan real. No quiere que Benjamín se convierta en el sujeto de un estudio científico; quiere que siga siendo su hijo y que tenga una vida normal.

Catalina no quiere que Benjamín regrese a la escuela, pero Gustavo señala que los vecinos y la escuela ya saben que Benjamín existe, y sería raro que no asistiera a la escuela ahora.

Cuando llega a la escuela el lunes, Benjamín ve a Elian. Lo saluda, pero Elian lo ignora. Camina a otro niño en el patio de recreo y hablan en susurros. El otro niño mira a Benjamín con miedo mientras Elian le habla. Benjamín se acerca a su amigo, pero Elian no quiere estar con él.

—¡Vete, monstruo! —grita Elian. El otro niño también empieza a gritar.

—¡Eres un monstruo! ¡Vete, monstruo!

Benjamín está confundido. Cuando escucha la palabra «monstruo», se le vienen imágenes del monstruo de Frankenstein y de criaturas peludas de las películas. Benjamín no se parece en nada a ellos.

Durante todo el día, Elian habla en susurros con otros niños en la clase. Cuando Benjamín pasa cerca, los niños dejan de hablar y lo miran con miedo. En la cafetería, nadie quiere sentarse cerca de él. En el recreo, nadie quiere jugar con él.

Cuando Catalina llega al fin del día para caminar a casa con Benjamín, nota que está diferente. Trata de hablar con él, pero Benjamín no quiere conversar, así que Catalina lo abraza y le dice que escuchará cuando él esté listo.

Antes de apagar a Benjamín y conectarlo para recargar sus baterías, Catalina intenta hablar nuevamente con su hijo.

—Sé que algo pasó en la escuela hoy. Pareces triste —dice.

—Los niños no fueron amables hoy. Normalmente quieren jugar y hablar conmigo, pero hoy no. Sentí como un extraño, como si fuera diferente a ellos —dice Benjamín después de una pausa.

—¿Qué te hizo sentir así? —pregunta Catalina.

—Me llamaron «monstruo» —dice Benjamín en voz baja.

Catalina lo abraza fuerte y lo besa. Siempre había temido este momento. Desde que Benjamín pidió ir a la escuela, tenía miedo de que descubrieran la verdad sobre su hijo precioso.

Esa noche, habla con Gustavo. Deciden que Benjamín no irá a la escuela por un tiempo. Llamarán y dirán que está enfermo. Quizás, después de unos días, los niños se olviden de los rumores sobre Benjamín y hablen de otras cosas.

Durante dos días, Benjamín se queda en casa. Ayuda a su padre en el taller donde reparan aparatos eléctricos. Antes de ir a la escuela, Benjamín ayudaba mucho en el taller porque tenía una inteligencia sin límites. Sin embargo, Catalina había reducido su nivel de inteligencia para que fuera más parecido al nivel de un niño de diez años. Ahora no puede ayudar tanto como antes.

Benjamín está aburrido en el taller. También, está triste porque quiere ir a la escuela con los otros niños. Le gusta la escuela. Le gustan las actividades en la escuela como la música, la educación física y el arte. Pero no le gusta que los otros niños lo llamen «monstruo».

Después de la escuela, Elian y otros niños montan en bicicleta en la calle. Benjamín los mira desde la casa. No quiere estar en casa con su papá; quiere estar otra vez en una bicicleta con Elian y sus amigos. Mientras su padre está ocupado, Benjamín sale de la casa y se acerca a los niños.

—Hola, Elian —dice Benjamín.

—¡Es el monstruo de Frankenstein! —grita Elian.

—No soy un monstruo —responde Benjamín.

—Sí lo eres. No eres normal. Cuando te caíste, no sangraste —dice Elian.

—No soy un monstruo —repite Benjamín.

—Si no eres un monstruo, ¿qué eres? Porque no eres como nosotros —dice otro niño.

—Solo soy un niño —dice Benjamín.

—No te creemos. ¡Vete, monstruo! —grita Elian. Baja de su bicicleta, toma una piedra de la calle y la lanza a Benjamín. Los otros niños también bajan de sus bicicletas y recogen piedras.

—¡Vete, monstruo! —gritan los niños mientras lanzan piedras a Benjamín. 

Benjamín trata de proteger a su cara con las manos. Al principio, las piedras son pequeñas, pero los niños no se detienen y lanzan piedras más grandes. Las piedras rasgan sus brazos, dejando visibles los cables. Un niño lanza una piedra muy grande. Golpea el costado de la cabeza de Benjamín, rompiendo la piel y revelando su cráneo metálico.

Los niños gritan con terror. Los gritos son tan fuertes que varios adultos salen de sus casas. Los adultos ven a Benjamín con los cables de sus brazos y el metal de su cráneo expuestos. Todos están muy sorprendidos y un poco asustados.

En ese momento, Catalina llega del trabajo. Los niños en la calle recogen sus bicicletas y corren a sus casas. Catalina corre a Benjamin y lo lleva adentro. Trabaja con Gustavo para reparar el daño físico.

Después, Catalina y Gustavo hablan. Tienen miedo de la reacción de la comunidad. Deciden que, por el bien de su pequeña familia, deben irse. Empacan algunas maletas y bolsas con ropa, documentos, herramientas y otras necesidades. No quieren que los vecinos los vean, entonces deciden irse en secreto durante la noche.

Están en medio de los preparativos cuando alguien toca a la puerta. Lo ignoran, pero vuelven a tocar. Gustavo va a la ventana y ve un carro de policía frente a la casa. Tocan la puerta más fuerte.

Catalina y Gustavo tienen miedo. Caminan con Benjamín a la puerta trasera. Están a punto de saltar la cerca y escapar por el jardín del vecino cuando una luz los ilumina.

—Catalina, Gustavo, vengan con nosotros —dice una voz fría.

—No hemos hecho nada malo. No hemos roto ninguna ley. No nos pueden arrestar —dice Gustavo. 

Una figura se acerca a la familia. Es un hombre que trabaja con Catalina. Ignora a Catalina y se concentra en Benjamín.

—Fascinante —dice el hombre, observando a Benjamín. Catalina abraza a su hijo y trata de protegerlo de la vista de su compañero de trabajo.

—¿Qué haces aquí, Javier? —pregunta Catalina al hombre.

—Estoy aquí por tu pequeño experimento —dice Javier, señalando a Benjamín.

De repente, dos hombres más aparecen y agarran a Benjamín. Lo llevan a la fuerza hacia un camión.

—¡No! ¡Mi hijo! ¡Benjamín! —llora Catalina. Otros hombres aparecen y agarran a Catalina y Gustavo. Los llevan hacia otro camión.

—¡Déjenos en paz! ¡No hemos hecho nada! ¿Qué quieren de nosotros?—grita Gustavo.

—Queremos que construyan más robots —responde Javier con una sonrisa maliciosa antes de cerrar la puerta del camión.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El hijo robot, parte 3

Season 10, episode 9

Catalina and Gustavo built a robot child. Now that child wants to go to school like other children. There are so many things that could go wrong, but they take the risk. Will it work? Will they be able to convince everyone that Benjamín is a normal 10-year-old child?

This story is in the third person and the present tense with some future tense as well. Important vocabulary in the story includes: “ajustes” (adjustments), “vuelven” (return), “cuerpo” (body), and “seguro” (safe).

El hijo robot, parte 3

Benjamín es el hijo robot de Catalina y Gustavo. Pasa sus días en la casa ayudando a su padre en su taller. Catalina y Gustavo juegan y hacen muchas actividades con él, pero en secreto. Nadie sabe que Benjamín existe hasta que un día cuando un niño se cae enfrente de su casa. Benjamín siente compasión por el niño y sale para ayudarlo. Descubre al hablar con el niño que los otros niños no se quedan en casa todo el día ayudando a sus padres; ellos van a la escuela.

Las imágenes de la «escuela» que aparecen en el cerebro digital de Benjamín muestran niños jugando y aprendiendo de maestros amables. Hay clases de arte y música. Benjamín está intrigado por las imágenes y quiere ir a la escuela con los otros niños.

Catalina y Gustavo no están seguros. Tienen miedo de mandar a Benjamín a la escuela. ¿Cómo explicarán su existencia? ¿Qué pensarán los demás de él? ¿Tendrá problemas con los estudiantes? ¿Descubrirán que es un robot? ¿Estará seguro Benjamín en una escuela?

Al fin, sienten compasión por Benjamín. Quieren darle una niñez normal, y la niñez incluye ir a la escuela. Pero Benjamín no puede asistir sin antes hacerle algunos ajustes a su cerebro artificial.

Primero, Benjamín es demasiado inteligente. Sabrá todas las respuestas a todas las preguntas de los maestros. No necesitará hacer cálculos en papel, porque su cerebro es una computadora. Entonces, Catalina limita drásticamente su acceso al internet. Benjamín tiene el cuerpo de un niño de diez años y necesita también la capacidad mental de un niño de diez años.

Segundo, Benjamín habla demasiado como un robot. Los estudiantes se burlarán de su voz y su manera de hablar. Los maestros notarán que Benjamín es diferente de otros niños. Entonces, Catalina, Gustavo y Benjamín miran películas con niños y practican frases hasta que Benjamín habla como un niño normal.

El problema más grande es cómo explicar la presencia de Benjamín. La comunidad conoce bien a Catalina y Gustavo. Saben que Catalina no estaba embarazada y que no tienen hijos. ¿Cómo explicarán la aparición de un niño de diez años?

Al final, deciden decir que Benjamín es su sobrino, el hijo de la hermana de Gustavo que vive en otro país. Falsifican un certificado de nacimiento y otros documentos necesarios.

Están nerviosos, pero todo está listo para el primer día de escuela de Benjamín. Salen de casa para caminar a la escuela. Unos niños corren por la calle mientras otros caminan de la mano con sus padres. Varios niños y adultos miran a Catalina, Gustavo y Benjamín. ¿Qué miran? ¿Qué pensarán?

Catalina quiere volver a casa, pero Benjamín está muy emocionado. Tiene una gran sonrisa en su rostro. Así que Catalina continúa hasta la oficina.

En la oficina Catalina y Gustavo explican que quieren inscribir a Benjamín. Muestran el certificado de nacimiento falso y dicen que la madre de Benjamín trabaja mucho y por eso está viviendo con ellos. La escuela acepta toda la información sin problema. Al fin, Catalina completa un formulario en una pequeña computadora y luego acompañan a Benjamín a su nuevo salón de clase.

Catalina abraza a Benjamín y Gustavo le acaricia el pelo. Luego, Benjamín entra al salón con los otros niños. Uno de ellos es Elian, el niño que se cayó y que introdujo a Benjamín la idea de la escuela. Catalina y Gustavo miran mientras Benjamín se sienta, y la clase comienza. Después, vuelven a casa para esperar el fin del día escolar.

A las tres, Catalina y Gustavo esperan afuera de la escuela. Benjamín sale corriendo con Elian. Tiene una gran sonrisa.

—¿Cómo fue tu día? —pregunta Gustavo.

—Fue genial. Aprendimos a multiplicar números —responde Benjamín.

—¡Benjamín es súper inteligente! Sabía todas las respuestas. ¡Calcula los números como un robot! —exclama Elian.

Al oír la palabra «robot» tanto Catalina como Gustavo se congelan. Gustavo trata de reírse.

—Ja, ja. Buen trabajo, Benjamín. Toda la práctica matemática que hiciste este verano fue muy beneficioso —mienta Gustavo para hacer la situación más creíble.

—Pero, papá, yo no… —Benjamín empieza, pero Catalina lo interrumpe.

—Estamos muy orgullosos de ti —dice y lo besa en la frente.

—¡Hasta mañana, Benjamín! —Elian grita y se va corriendo a su casa.

En casa, Catalina revisa el cerebro de Benjamín. Pensaba que había reducido su nivel de inteligencia lo suficiente, per resulta que el problema no es el nivel de inteligencia, sino la rapidez con la que aprende. Catalina hace algunos ajustes y conecta a Benjamin para recargar sus baterías.

El próximo día Benjamín vuelve a casa con un dibujo que hizo en la clase de arte. El dibujo es perfecto, con líneas rectas e imágenes profesionales. Catalina se da cuenta de que necesita ajustar el control motor de Benjamín. Abre su cabeza, encuentra la corteza cerebral artificial, cambia un poco la programación y experimenta con un nuevo dibujo. Después de varios ajustes, Benjamín dibuja como un niño normal de diez años.

El resto de la semana pasa con pequeños ajustes. Nadie vuelve a mencionar la palabra «robot». Catalina está satisfecha; cree que la programación está en su punto perfecto.

El viernes después de escuela, Elian invita a Benjamín a jugar. Benjamin quiere ir, pero Catalina no lo permite. Piensa en todos los posibles escenarios terribles. ¿Qué pasará si Benjamín se cae y se rompe la piel artificial? ¿O si toca agua y sufre un cortocircuito? ¿Qué pasará si usa demasiada fuerza con otro niño? Catalina no quiere arriesgar la seguridad de Benjamín.

Así que en lugar de jugar con los niños en la calle, Gustavo y Benjamín se pasan la pelota en el jardín trasero. Gustavo nota que Benjamín no está tan animado como antes. Tampoco está agarrando la pelota como antes con los ajustes a su control motor. Gustavo reconoce que Benjamín prefiere estar con los otros niños en vez de sus padres. Pero Gustavo también comparte las preocupaciones de Catalina. Tiene miedo a lo que pasará si personas descubren que Benjamín es un robot.

Un mes pasa y todo parece perfecto. Cada mañana caminan a la escuela y después caminan a casa. Benjamín parece feliz y tiene amigos en clase. Habla y actúa como un niño normal de diez años. Catalina y Gustavo casi olvidan que es un robot.

El único obstáculo a su felicidad es que Benjamín quiere jugar con Elian y los otros niños los fines de semana. Típicamente montan en bicicleta o juegan al fútbol en la calle. Catalina y Gustavo no lo permiten porque tienen miedo.

Un sábado, Elian toca a la puerta. Gustavo está en su taller y Catalina trabaja en su computadora en la oficina, así que Benjamín abre la puerta. Elian lo invita a jugar. Benjamín sabe que si pide el permiso, sus padres dirán que no, entonces sale de la casa sin decirles nada.

Benjamín no tiene una bicicleta, pero Elian tiene una extra. Los dos chicos montan en bicicleta por la calle. Benjamín siente el aire en su piel artificial y va muy rápido. Le gusta la sensación de ir rápido en bici.

Otro grupo de niños juega al fútbol en la calle. De repente, la pelota de fútbol golpea la cabeza de Benjamín. Benjamín se cae de la bicicleta y choca con el asfalto.

Elian viene corriendo al lado de Benjamín. Benjamín no está lastimado y se levanta, sin embargo, parte de la piel de su mano está rasgada. Puede ver su esqueleto metálico y los cables que controlan sus dedos. Benjamín mira su mano en shock, y los ojos de Elian se ponen grandes.

En ese momento, Gustavo sale corriendo de su casa. Agarra el brazo de Benjamin y vuelven a la casa. Gustavo revisa todo el cuerpo de Benjamin y cuando ve que todo el resto de su cuerpo está bien, empieza a arreglar la mano.

—Lo siento, papá —dice Benjamín. Nota que su padre está preocupado y agitado, pero más por miedo que por enojo.

—Mijo, necesitas tener más cuidado. Si la gente descubre que eres un robot, podrían pasar cosas malas —le dice Gustavo con cariño. Catalina entra, y la familia se abraza.

—Te queremos mucho, Benjamín. Eres nuestro hijo milagroso —añade Catalina.

—Yo también los quiero. Tendré más cuidado —responde Benjamín.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El hijo robot, parte 2

Season 10, episode 8

Catalina and Gustavo want a child so badly that they build a robot together. They are so happy when everything works. They love spending time with their robot son, but he feels like something is missing.

This story is in the third person and the present tense with some future tense as well. Important vocabulary in the story includes: “reemplazar” (replace), “jardín trasero” (backyard), “rostro” (face), and “herida” (wound).

El hijo robot, parte 2

Catalina y Gustavo quieren tener un hijo, pero no es posible. Están muy tristes; sin embargo, Catalina está convencida de que van a tener un hijo. Una noche, sueña con un niño, pero no es un niño normal: parece una muñeca. Después del sueño, Catalina tiene una idea. Decide construir un niño robot.

Catalina es científica y Gustavo, mecánico. Trabajan juntos durante varios meses en la construcción de un hijo robot perfecto. Finalmente, conectan todos los cables necesarios a la placa base que controlará todo el robot. Ahora, miran ansiosamente mientras el niño robot se levanta y les habla.

—Hola mamá. Hola papá.

Catalina llora de felicidad. Le da un abrazo fuerte al robot. Después de un momento, el robot levanta los brazos y abraza a Catalina. Gustavo observa nervioso. ¿Será demasiado fuerte el robot? ¿Le hará daño a Catalina?

Después de unos segundos, Catalina y el robot dejan de abrazarse y Gustavo respira por fin. El robot no apretó demasiado fuerte a Catalina. Sabe controlarse.

Catalina y Gustavo miran al robot con asombro. ¡Han creado un niño! Están sorprendidos y muy contentos. Pero falta algo: Su hijo robot no tiene nombre. Después de una breve conversación, deciden llamarlo Benjamín. 

Durante los primeros días con Benjamín, tienen que aprender mucho. En primer lugar, Benjamín no se cansa como un niño normal. No necesita siestas ni dormir toda la noche. En vez de dormir, las baterías de Benjamín se agotan. Al principio, las baterías solo duran unas horas. Luego reemplazan las baterías por unas más potentes y ahora duran casi todo el día.

Otra cosa que Catalina y Gustavo aprenden es que Benjamín no duerme. En la noche cuando Catalina y Gustavo están listos para dormir, tienen que apagar a Benjamín o el niño robot camina por la casa haciendo ruido. La noche es, do todos modos, un buen momento para recargar las baterías de Benjamín.

Benjamín quiere ayudar en la casa. Es especialmente útil en el taller de Gustavo. A Benjamín le gusta ayudar a Gustavo con su trabajo mecánico. Le encanta construir y trabajar con sus manos. Benjamín está conectado al Internet, así que tiene acceso a muchos videos y artículos sobre mecánica. Con la ayuda de Benjamín, Gustavo puede hacer el doble de trabajo en la mitad del tiempo.

Benjamín ayuda mucho en el trabajo mecánico, pero no puede ayudar en otras áreas. Por ejemplo, no puede lavar los platos porque no puede tener contacto con el agua. Una noche, mientras Catalina estaba lavando los platos, Benjamín quiso ayudar. Puso las manos en el agua y eso provocó un cortocircuito. Después del cortocircuito, Catalina tuvo que reemplazar unos cables. Ahora, Benjamín no tiene ningún contacto con el agua.

Catalina y Gustavo saben que Benjamín debe ser un secreto. Solo hacen actividades con su hijo robot dentro de la casa, el garaje o el jardín trasero. No pueden explicar la presencia de un niño a sus vecinos.

Catalina y Gustavo están muy contentos con su hijo robot. Hacen actividades con él como con cualquier niño, pero en secreto. Catalina le lee cuentos infantiles. Gustavo y Benjamín se pasan la pelota en el jardín trasero. Catalina besa a Benjamín y acaricia su pelo. Gustavo abraza a Benjamín y juega con su pelo.

Sin embargo, Benjamín no es un niño normal. No necesita que su madre le lea porque ya sabe leer. No necesita pasarse la pelota con Gustavo, porque ya lanza la pelota como un profesional. ¡Es un robot! No necesita aprender nada porque puede hacerlo todo.

Un día Benjamín y sus padres están viendo una película. Es una película de un niño que tiene un perro especial. Al final de la película, el perro defiende al niño de un ataque de oso. El perro se muere a causa de las heridas recibidas en el ataque. El niño está muy triste y entierra el perro.

Benjamín mira a Catalina. Hay agua en su rostro. Benjamín usa su lógica para determinar que Catalina está llorando, pero no sabe por qué.

—¿Por qué lloras, mamá? —pregunta Benjamín.

—Lloro porque siento compasión por el niño. Comprendo lo que es perder un ser querido —responde Catalina.

—¿Qué significa «compasión»? —pregunta Benjamín.

—La compasión ocurre cuando reconoces que otras personas sufren y tu quieres ayudar —explica Catalina.

El próximo día, Benjamín mira por la ventana. Hay un chico montando una bicicleta en la calle. El niño se cae. Su rodilla está rasgada y sangra. El niño comienza a llorar.

Benjamín piensa en su mamá y en el niño de la película. Cree que el niño en la calle está sufriendo y quiere ayudar. Benjamín sabe que no debe salir de la casa. Sus padres le han explicado que no es seguro fuera de la casa. Sin embargo, Benjamín siente compasión por el niño y quiere ayudar.

Benjamín sale de la casa y camina al niño. Sus ojos analizan la herida del niño. No es una herida grave. Benjamín ayuda al niño a levantarse. El niño deja de llorar y mira a Benjamín con curiosidad.

—¿Quién eres? —dice el niño.

—Me llamo Benjamín —responde el robot.

—Hola Benjamín. Soy Elian. ¿Por qué no te veo en la escuela? —dice el niño.

Benjamín pausa mientras su cerebro artificial procesa la palabra «escuela». Varias imágenes de edificios con múltiples salones pasan por su mente. Hay niños sentados en mesas con sonrisas en sus rostros. Hay maestros al frente de ellos enseñándoles. Hay niños jugando en patios de recreo. Hay clases de arte y música. Benjamín está a punto de responder a Elian cuando escucha la voz de su mamá.

—¡Benjamín! ¿Qué haces aquí afuera? Vuelve a casa inmediatamente —grita Catalina.

—Hola mamá. Te presento a Elian. Se cayó y tiene una herida, pero no es grave —dice Benjamín.

—No me importa. Debes estar en casa —dice Catalina. La computadora de Benjamín detecta pánico y miedo en la voz de Catalina, pero no comprende por qué. Catalina toma el brazo de Benjamín y empieza a caminar hacia la casa. Benjamín es más fuerte que Catalina, pero no quiere luchar con su madre, así que camina con ella.

—Adiós Benjamín —grita Elian.

Cuando llegan a la casa, Catalina cierra la puerta con llave y corre las cortinas.

—Benjamín, no puedes salir así. Los vecinos no te pueden ver —dice Catalina.

—Mamá, ¿por qué no voy a la escuela? —pregunta Benjamín, ignorando el comentario de Catalina.

—Porque no es seguro —responde Catalina.

—Quiero ir a la escuela como los otros niños —dice Benjamín.

—Pero tú no eres como los otros niños —dice Catalina.

—Por favor, mamá. Siente compasión por mí —dice Benjamín.

Esa noche, Catalina habla con Gustavo sobre la escuela. ¿Es posible? ¿Podrá Benjamín ir a la escuela? En la escuela no estaría bajo la protección inmediata de Catalina y Gustavo. ¿Estará seguro? ¿Descubrirán que es un robot? 

Tienen una larga conversación, pero al final, sienten compasión. Tendrán que hacer unos cambios y ajustes, pero Benjamín irá a la escuela.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El hijo robot, parte 1

Season 10, episode 7

Someone recently requested a story using the future tense. That got me thinking about the world of science fiction and our current reality of increased artificial intelligence. So, I am starting a new multi-part story.

Catalina and Gustavo are very happy together, but something, or someone, is missing. When they learn they can’t have children, Catalina decides they should build a child, not a monster like Frankenstein, but a robot child.

This story is in the third person and the present tense with some future tense as well. Important vocabulary in the story includes: “funciona” (works/functions), “crear” (create), “piel” (skin), “cerebro” (brain), and “á” and “emos” at the end of a verb (will).

El hijo robot, parte 1

Hay una mujer que se llama Catalina y un hombre que se llama Gustavo. Catalina y Gustavo son buenas personas. Son trabajadores y amables.  Se quieren mucho y un día deciden casarse. Viven muy felices, pero sienten que les falta algo: quieren tener hijos.

Después de varios años sin hijos, Catalina y Gustavo van al médico. Allí aprenden que, debido a un problema de infertilidad, no pueden tener hijos. Catalina y Gustavo vuelven a casa muy tristes. 

Esa noche, Catalina tiene un sueño. En el sueño, ve a Gustavo en un parque. A su lado hay un niño. El niño se parece mucho a Gustavo: tiene pelo oscuro y piel morena. El niño corre y juega con Gustavo. Ríe y habla.

Catalina se acerca al niño y a Gustavo. Ellos la ven, y el niño corre hacia ella para darle un abrazo. Cuando Catalina lo abraza, nota que algo está mal. El niño es frío y duro, no cálido y blando como un niño normal.

El niño levanta la cara hacia Catalina y le sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos. Sus ojos son como los de una muñeca, sin vida. 

Después del abrazo, el niño vuelve a jugar con Gustavo. Es obvio que no es un niño humano, pero también es obvio que piensa y reacciona como un humano.

Cuando Catalina se despierta por la mañana, le cuenta el sueño a Gustavo y tiene una idea.

—Sé lo que debemos hacer, Gustavo. No podemos tener un hijo natural, entonces haremos un hijo artificial —dice Catalina.

—¡Catalina, es una locura! Es imposible hacer un niño artificial. Todo estará bien. Visitaremos a más médicos, tendremos cirugías, y si nada funciona, adoptaremos un hijo —responde Gustavo.

—Gustavo, sabes que no tenemos el dinero para todo eso. Tampoco tengo la paciencia para esperar. ¡Quiero un hijo ya! Sé que si trabajamos juntos, podemos construir un hijo —dice Catalina.

Gustavo no está seguro. No quiere ser un doctor Frankenstein. Además, Gustavo es mecánico, no médico. ¿Cómo sabría construir a un hijo?

Catalina ve la duda en la cara de Gustavo. Ella es una científica muy inteligente y perceptiva. Sabe que Gustavo piensa en un niño monstruo como el monstruo de Frankenstein, pero ella no vio un monstruo en su sueño; vio un niño.

—Mi amor, ayúdame a construir un hijo. No robaremos ninguna tumba para hacer un monstruo de Frankenstein. Construiremos un hijo robot —dice Catalina.

—¿Un hijo robot? —repite Gustavo.

—Sí. Tú usarás tu habilidad mecánica para hacer un cuerpo que se mueva como el de un niño normal. Yo usaré mi habilidad científica para crear un cerebro artificial para el niño y mecanismos para pensar y hablar. Juntos construiremos un niño. Será un niño perfecto —explica Catalina.

Gustavo está intrigado. No ve tantos problemas éticos en construir un niño robot, como en construir un niño humano. No cree que funcionará, pero Catalina está tan entusiasmada que Gustavo decide intentarlo.

Catalina y Gustavo empiezan a hacer planes para su hijo robot. Hablan de los atributos físicas que Gustavo incluirá en la construcción. Sus ojos serán de color café. Tendrá pelo oscuro y piel morena como su papá. Su nariz será pequeña como la de su mamá. Será fuerte, pero no demasiado fuerte como para causar problemas. 

También deciden las cualidades personales que Catalina programará en su software. Tendrá acceso interno a Internet y lo sabrá todo. Será respetuoso y escuchará a sus padres. Sentirá compasión por los demás. Mostrará responsabilidad y bondad. 

Escriben una lista de materiales que necesitarán comprar para la construcción de su hijo. Necesitarán conectores como tornillos y tuercas. Necesitarán varillas de acero y cables de cobre. La compra más importante será la placa base, o motherboard, que controlará todo el robot.

Con todo el trabajo, Catalina y Gustavo están más unidos que nunca. Se apoyan mutuamente y se ayudan en todo. Les encanta trabajar hacia la meta de tener un hijo.

Catalina y Gustavo preparan un taller en el garage para trabajar. Ponen sus diagramas, listas y planes en la pared para referencia. Catalina realiza experimentos con diferentes materiales para replicar la piel y el pelo. Gustavo experimenta para determinar el movimiento de los brazos y las piernas.

Cuando están satisfechos con sus experimentos, empiezan la construcción. Con la ayuda de Catalina, Gustavo conecta las varillas y los cables en la forma de un esqueleto. Mientras trabajan, realizan pruebas para checar que todo funciona perfectamente. Al terminar el esqueleto artificial, lo cubren con la piel artificial. Ahora parece un niño.

Gustavo y Catalina miran al niño que han construido. Están muy emocionados, pero por el momento, solo es una muñeca, no un niño. Para ser un niño, necesita poder pensar y reaccionar. Necesita un cerebro para controlar el cuerpo.

Con la ayuda de Gustavo, Catalina construye y programa la placa base que dará la esencia de vida al niño robot. Programa una corteza cerebral artificial para el control motor del cuerpo. Crea un lóbulo occipital artificial para interpretar la información de los ojos. Construye un sistema límbico para las emociones y la memoria. Programa el lóbulo frontal artificial con características de amabilidad, integridad y cariño. Por último, trabaja en el hipocampo, par que el niño tome decisiones por sí mismo.

Por fin llega el momento de insertar el cerebro artificial en el cuerpo artificial. Conectan los cables de movimiento a la corteza cerebral. Conectan los ojos al lóbulo occipital. Cierran el cráneo, y todo está completo.

Ahora es el momento de la verdad. ¿Funcionará el niño robot? ¿Se moverá? ¿Hablará? ¿Pensará? ¿Amará a sus padres?

Catalina y Gustavo activan el robot y esperan. Después de unos minutos, los dedos del robot se mueven, luego los pies. Poco a poco, el niño se levanta. Mira a su alrededor con curiosidad. Observa las herramientas que Gustavo usó para construirlo. Observa la computadora abierta que Catalina usó para programarlo.

Finalmente, el niño mira a Catalina y a Gustavo. Por un segundo, Catalina tiene miedo. ¿Actuará como un niño normal o será un monstruo incontrolable?

El niño les sonríe y abre su boca para hablar.

—Hola mamá. Hola papá.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El monstruo

Season 10, episode 6

Arturo the monster lives alone in the mountains. He is tired of being alone in his cave and decides to go to the city to make some animal friends. Some animals look down on him because of his size, looks, and smell, but one animal steals his heart.

This story is in the third person and the past tense with some present tense dialogue. Important vocabulary in the story includes: “apestaba” (stank/smelt bad),“lastimado” (hurt), “mono” (monkey), and “cerdo” (pig).

El monstruo

Había una vez en las altas montañas un monstruo. El monstruo era pequeño y feo, pero feroz. Tenía mucho pelo verde, ojos grandes y dientes afilados. 

El monstruo vivía en una cueva. La cueva era primitiva. No había una cama ni un baño. El monstruo no necesitaba una cama porque prefería las duras rocas. El monstruo no necesitaba un baño porque vivía en las montañas, lejos de la civilización. 

El monstruo nunca se bañaba y por eso apestaba. Nunca se lavaba el pelo y nunca se cepillaba los dientes. Su pelo apestaba. Su aliento apestaba. El monstruo apestaba como los calcetines y zapatos de un jugador de fútbol americano. Al monstruo, no le importaba que apestaba porque era un monstruo.

El monstruo se llamaba Arturo. Arturo se sentía muy solo en su cueva en las montañas. Había otros monstruos, pero los monstruos son muy malos amigos.  Los monstruos son malos amigos porque son feroces y monstruosos.

Un día Arturo decidió que no quería estar solo en las montañas. Quería amigos. No quería hacer amigos con los otros monstruos malos, y por eso decidió ir a la ciudad. En la ciudad había más diversidad. Había muchas personas y animales de todos tipos, no solo monstruos feroces.

Arturo fue a la ciudad y vio los edificios grandes. Vio a personas y animales. Arturo encontró una discoteca de animales. Entró en la discoteca y vio a muchos animales. Vio a jirafas, monos, perros, gatos y más. Los animales bailaban como locos en la discoteca. Parecían muy felices.

Arturo quería ser feliz como los animales en la discoteca. Arturo vio una jirafa. La jirafa bailaba con mucha gracia. Arturo quería bailar con la jirafa.

—Hola, jirafa hermosa. ¿Quieres bailar? —preguntó Arturo.

—¿Quién habla? Oh, allí estás. No quiero bailar contigo. Eres muy bajo. You solo bailo con animales altos como yo. Adios, monstruo chiquito — dijo la jirafa.

Arturo se sintió un poco lastimado, pero había otros animales en la discoteca. Arturo vio un mono. El mono no era alto como la jirafa. Además el mono era muy bonito. Arturo quería bailar con el mono.

—Hola, mono bonito. ¿Quieres bailar? — preguntó Arturo.

—¡Ah, un monstruo! No quiero bailar contigo. Eres muy feo. Yo solo bailo con animales bonitos como yo. Adios, monstruo espantoso —dijo el mono.

Arturo se sintió un poco lastimado, pero había otros animales en la discoteca. Arturo vio un perro. El perro no era alto como la jirafa ni muy bonito como el mono. Además, el perro tenía muchos amigos. Arturo quería bailar con el perro.

—Hola, perro amigo. ¿Quieres bailar? —preguntó Arturo. 

—¡Guácala! ¿Qué huele? ¡Puaj! No voy a bailar contigo. Apestas algo terrible. Solo bailo con animales que huelen bien. Adiós, monstruo apestoso —dijo el perro.

Arturo se sintió un poco lastimado, pero había otros animales en la discoteca. Arturo vio un gato. El gato tenía mucho pelo bonito. Arturo quería bailar con el gato.

—Hola, gato precioso. ¿Quieres bailar? —preguntó Arturo. 

El gato no respondió; simplemente ignoró a Arturo. Evidentemente, no quería bailar con él.

Después de los cuatro rechazos, Arturo estaba triste. Se sentó en el bar y miró a todos los animales felices. Todos estaban en grupos bailando. Todos, excepto uno. Había un animal que se sentaba solo en una mesa llena de comida, y a Arturo le encantaba la comida. El animal era pequeño y rosado. Estaba sucio, con manchas de lodo en su cuerpo. Era un cerdo.

La jirafa no bailaba con el cerdo porque era bajo. El mono no bailaba con el cerdo porque era feo. El perro no bailaba con el cerdo porque apestaba. El gato no bailaba con el cerdo porque el gato lo ignoraba. Arturo quería bailar con el cerdo.

—Hola, cerdo magnífico. ¿Quieres bailar? —preguntó Arturo.

—¿Hablas conmigo? — respondió el cerdo.

—Sí. Hablo con el animal más impresionante de toda la discoteca —dijo Arturo.

—¡Sí, sí quiero bailar contigo! —gritó el cerdo.

El cerdo no pensaba que Arturo era bajo. No pensaba que Arturo era feo. No pensaba que Arturo apestaba. No ignoraba a Arturo. El cerdo pensaba que Arturo era perfecto – un príncipe encantador de pelo verde.

Arturo y el cerdo bailaron y hablaron toda la noche. Arturo estaba muy contento. Por fin no estaba solo.

Arturo quería ver al cerdo de nuevo. No podía esperar. Entonces, al día siguiente, Arturo invitó al cerdo a comer. Arturo era un buen chef y quería preparar una comida excelente. 

El cerdo estaba nervioso porque no conocía muy bien a Arturo y había oído historias de los monstruos feroces, pero Arturo parecía diferente a los otros monstruos y muchas veces las apariencias engañan. Así que, el cerdo aceptó la invitación de su nuevo amigo.

Arturo estaba muy emocionado. ¡Iba a comer como un rey! Limpió su cueva y fue al supermercado a comprar ingredientes para la comida.

El cerdo llegó a la casa de Arturo y las preparaciones comenzaron. Arturo preparó una comida increíble de salchicha, tocino, jamón y costillas.

Luego, Arturo comió como un rey. Comió la salchicha, el tocino, el jamón y las costillas, con mucha salsa de barbacoa. Arturo comió todo el cerdo. Después de comer tanto puerco, echó muchos pedos apestosos.

Por eso, los monstruos son malos amigos. Son monstruosos, comen a todo y apestan. A veces las apariencias no engañan.

El fin.

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¡Muchas gracias por escuchar! Thank you for listening, and a HUGE thank you for your support. I really enjoy creating and sharing simple, comprehensible stories in Spanish. If you would like to help me in that endeavor, consider buying me a taco!

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Simple Stories in Spanish: Felices para siempre

Season 10, episode 5

Be sure to listen to part 1: La princesa Laura , part 2: Problemas en el reino , part 3: El mago Fausto, and part 4: El caballero Mauricio to understand this episode better.

Laura almost died. She was bit by an enormous viper, but thankfully Mauricio arrived with an antidote just in time. Mauricio is confused. One minute he was battling in a competition of knights, drinking water offered by the princess and the next minute he finds out he has been married to her for a year. Fausto is a snake. He was never able to get to the potion that would turn him back into a person. How will this story end?

This story is in the third person and the past tense. It also includes complex grammar in the form of the conditional and past subjunctive and past perfect tenses. Important vocabulary in the story includes: “hada madrina” (fairy godmother),“varita mágica” (magic wand), “recordar” (to remember), and “parecía” (seemed).

Felices para siempre

—Mauricio, ¿estás bien, mi amor? —la reina Laura le preguntó a su esposo. Mauricio estaba actuando muy raro.

—No…no comprendo. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy aquí en el castillo?

—¿Qué quieres decir? Eres mi esposo, el castillo es tu casa —Laura respondió.

—¿Entonces, gané la competición de caballeros? —Mauricio preguntó.

—Sí, pero la competición fue hace un año. ¿Por qué hablas de la competición?

—La última cosa que recuerdo es que usted me ofreció agua durante la competición.

Mauricio salió del salón. Laura estaba en shock. Su esposo no recordaba nada del último año. Laura empezó a llorar. Lloró porque no sabía qué más hacer. Hundió su cara en las almohadas y sollozó.

—No llores, cariño —una voz dulce dijo.

Laura levantó su cara y vio una mujer baja con una cara redonda.

—¿Quién…quién es usted? —Laura preguntó entre sollozos.

—Soy Guadalupe, tu hada madrina —la mujer respondió con una sonrisa—. Estoy aquí para ayudar. Ahora, ¿qué deseas?

—Quiero saber qué le está pasando a mi esposo. Quiero que recuerde nuestro último año. Y quiero saber qué está pasando en el reino. Los ataques de animales no son comunes.

—No tengo las respuestas a todo, pero como dije, puedo ayudar. Voy a empezar con Mauricio. Sus recuerdos están en su cabeza, solo necesita ayuda. Y tú puedes empezar con tus libros —Guadalupe dijo.

—¿Mis libros? —Laura preguntó, pero su hada madrina ya se había desaparecido. Al lado de su cama había unos libros. Uno de los libros fue «Las aventuras de Sherlock Holmes». Laura comprendió que tendría que montar una investigación como su detective favorito.

Laura decidió empezar en su lugar favorito, la biblioteca. La biblioteca estaba en la torre más alta del castillo. Agarró libros sobre el cerebro y sobre lo sobrenatural. Se sentó con los libros en el sofá. Después de varios minutos, la puerta se abrió y Mauricio entró. Parecía sorprendido de ver a Laura en la biblioteca.

—No sabía que usted estaría aquí. Lo siento, puedo irme —Mauricio dijo.

—La biblioteca es mi salón favorito de todo el castillo, ¿no lo recuerdas? —Laura respondió.

De repente, su hada madrina apareció detrás de Mauricio. Le tocó la cabeza con su varita mágica y Mauricio parecía recordar algo. 

—Me gusta mucho leer. Creo que las respuestas a todos los problemas están en los libros —Laura dijo.

—Pensaba que las princesas no leían, que solo se preocupaban por fiestas y vestidos, pero recuerdo ahora que usted lee mucho —Mauricio admitió.

—Ahora estoy estudiando el cerebro y la magia —Laura dijo, levantando su libro.

Mauricio se sentó a su lado y los dos estudiaron el libro. Después de estar en la biblioteca todo el día, los dos llegaron a la misma conclusión. Mauricio había sido víctima de la magia, pero no sabían qué o quién le había hechizado.

Decidieron que la biblioteca real no tenía los libros que necesitaban. Tenían que ir a hablar con el mago Fausto. Tal vez él tendría respuestas para ayudarles.

El próximo día, Mauricio y Laura montaron a caballo y fueron a la choza de Fausto. Al llegar, Guadalupe, el hada madrina de Laura, apareció de nuevo detrás de Mauricio. Le tocó la cabeza con su varita mágica y Mauricio parecía recordar algo.

—Llegué aquí. Había dos pociones en la mesa. No quería matarle a usted, entonces probé las dos pociones.

—Y me diste la poción que me salvó la vida.

—Sí, creí que era un antídoto por el dibujo en el libro.

Laura tocó a la puerta y nadie contestó. Fausto no estaba. Luego entraron a la choza. Todo estaba exactamente como había sido cuando Mauricio entró hace dos días. En la mesa había botellas de ingredientes, dos ollas y un libro abierto a una página con un dibujo de una víbora enorme.

Laura levantó el libro y leyó. Vio la receta para un antídoto, el antídoto que le salvó la vida. ¿Pero por qué tenía Fausto la poción para un antídoto? ¿Sabía que habría una víbora en la fiesta? ¿Y por qué no llegó Fausto con la poción cuando Laura estaba muriendo?

Laura leyó más del libro. Tenía recetas para muchas pociones: pociones para hablar con serpientes, pociones para tener características serpentinas, pociones para convertirse en serpiente.

Mientras Laura leía el libro de pociones de serpiente, Mauricio examinó los otros libros. Fausto tenía una gran colección de libros sobre la manipulación del cerebro. Un libro parecía particularmente usado. Una página estaba marcada. Mauricio abrió el libro a la página y encontró una poción complicada. Decía que la persona que tomara la poción olvidaría de todos sus deseos y adoptaría los deseos de otra persona.

—¡Eso es! —ambos Laura y Mauricio exclamaron al mismo tiempo.

—Fausto se convirtió en víbora —Laura dijo, animada.

—Fausto me dio una poción que me hizo olvidar todos mis deseos —Mauricio dijo, confundido.

Laura y Mauricio continuaron investigando. Encontraron otros libros sobre la comunicación y control de animales. Pensaron en los ataques de ratas, insectos y pájaros y en la ayuda mágica de Fausto. Era evidente que Fausto estaba causando todos los problemas del reino, ¿pero por qué?

Oyeron un ruido en el dormitorio y poco después vieron el hada madrina de Laura.

—Hola tesoros —dijo Guadalupe. Tenía un libro en su mano—. Creo que este libro contiene muchas respuestas.

Laura tomó el libro, pero no había nada en las páginas. Mauricio tomó una vela para ver la página mejor y la llama de la vela hizo que palabras aparecieran en las páginas blancas.

El rey es un idiota. Tomó la poción para su hija sin preguntas. Ahora ella será esclava a mis deseos…

La poción no funcionó. Un caballero bobo tomó el agua de la princesa y ahora hace todo lo que ella quiere. Necesito un nuevo plan…

El pueblo necesita verme como un héroe. Necesitan pensar que no pueden vivir sin mi magia…

Los pájaros atacan el pueblo…las ratas tienen hambre y quieren más que la vida en el bosque…los insectos hacen lo que quiero…

Los ataques de animales han sido éxitos, pero necesito algo más grande, como una víbora…

Laura y Mauricio leyeron en shock. Fausto había planeado todo porque quería ser el rey. Obviamente, la otra poción – la que Mauricio tomó – fue preparada para regresar a Fausto a su forma humana. Como Mauricio ya era humano, funcionó para regresarlo a su forma natural, o sea, su forma antes de la poción que le hizo olvidar sus deseos.

—¿Dónde está Fausto ahora? ¡Tiene que pagar por sus crímenes!—Laura preguntó. Guadalupe tocó la cabeza de Mauricio con su varita mágica.

—Lo atrapé. Está en el zoológico con las otras criaturas mágicas —Mauricio recordó.

El próximo día, Laura y Mauricio visitaron el zoológico. Encontraron la jaula con la víbora enorme. La víbora parecía sorprendida al ver a Laura.

—Esta víbora necesita un nombre. Vamos a llamarla Fausto, en honor del gran mago que desapareció misteriosamente —Laura anunció. La víbora reaccionó atacando los lados de la jaula, pero la jaula era fuerte y no pasó nada.

Laura y Mauricio continuaron caminando por el zoológico. Tenían que hablar sobre su futuro.

—Mauricio, te quiero mucho. Pero no voy a forzarte estar a mi lado —Laura dijo.

—El problema es que no recuerdo nada —Mauricio empezó. De repente una varita mágica le tocó la cabeza. Imágenes de momentos con Laura el último año pasaron por los ojos de Mauricio. Ella era una mujer cariñosa, paciente, divertida e inteligente. Mauricio siempre quería una esposa inteligente.

Mauricio miró a Laura de nuevo con ojos diferentes. Tomó su cara y la besó. Mauricio siguió a estudiar la medicina y Laura estudió para ser novelista. Y vivieron siempre felices.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El caballero Mauricio

Season 10, episode 4

Be sure to listen to part 1: La princesa Laura , part 2: Problemas en el reino , and part 3: El mago Fausto to understand this episode better.

Mauricio is a great knight who only wants one thing: to make his queen happy. But he doesn’t know how to do that because she is dying of a snake bite. The queen needs a doctor, not a silly knight. Perhaps the answer is in the books Laura is always reading.

This story is in the third person and the past tense. It also includes complex grammar in the form of the conditional and past subjunctive and past perfect tenses. Important vocabulary in the story includes: “caballero” (knight),“víbora” (viper/snake), “veneno” (venom/poison), and “enferma” (sick).

El caballero Mauricio

Había una vez, en un reino muy lejano, un niño llamado Mauricio que quería ser médico. Sin embargo, la medicina no era muy popular. La gente pensaba que la magia curaba todo, así que no necesitaban médicos. Cuando Mauricio decía que quería ser médico, la gente se reía.

Como todos los niños del reino, Mauricio tomó clases para ser un caballero. Era importante saber usar una espada y defender a la familia contra ataques de dragones y otros reinos. Así que Mauricio pasaba sus días en el entrenamiento de caballero. Pero por las noches, estudiaba libros de anatomía y enfermedades en secreto.

Cuando Mauricio tenía dieciocho años, fue a la universidad para estudiar la medicina. Todavía practicaba con la espada y formaba parte de la caballería local, como todos los muchachos de su edad, pero su pasión era la medicina.

Mauricio casi terminaba sus estudios cuando el rey anunció una competición de caballeros. El ganador recibiría la mano de la princesa Laura. Mauricio no estaba interesado en ganar una competición de caballeros, pero la orden del rey decía que todos los caballeros elegibles tenían que presentarse, entonces Mauricio fue a la competición. Sin embargo, Mauricio llevó sus libros para estudiar también para sus exámenes finales.

Mientras Mauricio estudiaba, el mago Fausto encantó a los otros caballeros. Cuando intentaban usar sus espadas, solo golpeaban sus escudos. Al final de la competición, solo quedaban Mauricio y Fausto.

La batalla entre Mauricio y Fausto fue intensa. Durante la batalla, la princesa Laura ofreció agua a Mauricio. Lo que Mauricio no sabía era que el rey había puesto una poción de Fausto en el agua para causar que su hija se enamorara. Después de tomar el agua, Mauricio solo tenía ojos para Laura. Olvidó sus intereses médicos. No tenía sus propias ideas. Solo tenía un pensamiento: hacer feliz a la princesa.

Mauricio ganó la batalla contra Fausto y se casó con Laura. El rey murió, Laura se convirtió en reina y Mauricio se convirtió en el gran caballero y defensor del reino. Estaban felices hasta que cosas raras empezaron a ocurrir.

Hubo un ataque de pájaros, una invasión de ratas y una tormenta de insectos. El mago Fausto llegaba en cada ocasión y los animales e insectos desaparecían.

Recientemente, una víbora grande atacó una celebración del solsticio en la plaza del pueblo. La víbora mordió a la reina. Mauricio pudo atrapar a la víbora antes de que atacara a más gente, pero la reina estaba muy enferma por el veneno de la víbora.

Lo que Mauricio no sabía era que la víbora era el mago Fausto. Se había convertido en víbora por accidente. Tenía una poción para regresar a su forma humana y otra poción que era el antídoto al veneno, pero Fausto estaba atrapado y no podía ir a donde tenía las pociones escondidas.

Mauricio se sentaba al lado de la reina Laura. Ella era el amor de su vida. Se sentía muy inútil. Laura necesitaba un médico o un mago, no un caballero tonto. 

Lo único que Mauricio podía hacer para Laura era leerle. A Laura le encantaba leer y tenía una biblioteca llena de libros. La biblioteca estaba en la torre más alta y era el cuarto favorito de Laura. Durante toda la noche, Mauricio leyó libro tras libro a Laura.

En la mañana, Laura estaba muy mal. El médico real habló con Mauricio y dijo que ella iba a morir, y pronto. Mauricio corrió a la biblioteca y lloró. En su frustración, golpeó la pared y unos libros cayeron al suelo.

Mauricio levantó los libros para devolverlos a su lugar, pero los títulos captaron su atención. Un libro se llamaba “La anatomía de Gray”. Cuando Mauricio leyó el título, tuvo un déjà vu. El libro era familiar, pero no sabía por qué. El otro libro se llamaba “Venenos y antídotos”.

Mauricio volvió al cuarto de Laura con los libros. Con cada página de “La anatomía de Gray” tenía la sensación de que había leído el libro antes. ¿Pero, cómo era posible? Solo era un caballero. Su único deseo era defender a la reina.

Luego, leyó “Venenos y antídotos”. El libro explicaba cómo preparar un antídoto para el veneno. Primero tendría que sacar el veneno de la víbora. Luego tendría que inyectar un caballo con el veneno. Después de un año, el caballo tendría el antídoto del veneno en su sangre. Extraería el plasma de la sangre para inyectar a la persona infectada.

Mauricio se decepcionó. No tenía un año para preparar un antídoto, solo tenía un día, o unas horas. 

Decidió que necesitaba ayuda mágica. Fausto había ayudado con los pájaros, las ratas y los insectos. ¿Por que no podría ayudar ahora? Mauricio montó a su caballo y fue al bosque encantado para buscar al mago Fausto.

Cuando llegó a la choza de Fausto, parecía abandonada. No había rastro del mago. Mauricio abrió la puerta y entró en la choza. Había botellas de ingredientes para pociones mágicas. 

En la mesa había un libro abierto. Había un dibujo de una víbora en la página. Mauricio estaba curioso y leyó la página. Era la receta para un antídoto al veneno de una víbora enorme, exactamente como la víbora que había mordido a la reina.

Había dos ollas en la mesa cerca de la receta. Las dos ollas tenían líquidos dentro. Mauricio estaba seguro de que uno de los líquidos era al antídoto al veneno, pero no sabía cuál líquido era.

Puso los líquidos en dos botellas y volvió al castillo. Cuando llegó al castillo, todos estaban llorando. La reina Laura estaba muy cerca de la muerte.

Mauricio corrió al cuarto de su amor. Ella era muy pálida y le costaba respirar. Mauricio tenía que actuar rápido. Sacó las botellas. No sabía cual líquido era el antídoto y no quería matar a Laura con el líquido incorrecto. Entonces, Mauricio probó el primer líquido. Se sentía extraño, como si su mente estuviera tratando de recordar algo, pero nada pasó a su cuerpo. Mauricio probó el segundo líquido. Una sensación caliente pasó por su cuerpo.

Basado en la información que había aprendido de los libros, Mauricio decidió que el segundo líquido era el antídoto. Abrió la boca de Laura y la ayudó a beber el antídoto. Luego esperó en una silla al lado de la cama de Laura.

Mauricio estaba muy cansado y después de unos minutos sus ojos se cerraron y el caballero se durmió. Después de un tiempo, una voz femenina despertó a Mauricio.

—Mauricio, mi amor —dijo la voz.

Mauricio abrió los ojos y estaba confundido. ¿Dónde estaba? Trataba de recordar. Estaba participando en una competición de caballeros por orden del rey. Pero no quería participar porque tenía que estudiar para sus exámenes médicos. Lo último que recordaba era que la princesa Laura le había ofrecido agua.

La princesa Laura estaba en una cama a su lado. Mauricio saltó de su silla e hizo una reverencia a la princesa. 

—Mauricio, me salvaste la vida. Gracias, mi amor. Te quiero mucho —dijo Laura.

Mauricio estaba muy confundido. ¿Por qué decía “mi amor” la princesa a él? ¿Por qué estaba en este cuarto del castillo? ¿Por qué no tenía sus libros médicos? ¿Qué estaba pasando?

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El mago Fausto

Season 10, episode 3

Be sure to listen to part 1: La princesa Laura and part 2: Problemas en el reino to understand this episode better.

Fausto wants to be king so he is causing problems that only he can solve. First birds, then rats terrorized the town before he came in and led them away with his magic. The kingdom is impressed, but will they be impressed enough to overthrow Queen Laura and make him their king?

This story is in the third person and the past tense. It also includes complex grammar in the form of the conditional and past subjunctive tenses. Important vocabulary in the story includes: “culebra” (snake), “morder” (to bite), “escamas” (scales), veneno (venom/poison), and “cuerda” (rope). 

El mago Fausto

Había una vez, en un reino muy lejano, una reina llamada Laura y su esposo, el caballero Mauricio. Laura no quería ser reina, quería ser novelista, y Mauricio no quería ser un caballero, quería ser médico. Sin embargo, Mauricio se enamoró de Laura después de tomar una poción por accidente. La poción causó que Mauricio se convirtiera en un hombre tonto que solo pensaba en Laura y nada más. Laura decidió casarse con él y estudiar para ser novelista.

El reino estaba contento con Laura y su esposo. Laura era una reina muy inteligente y escribía historias divertidas. Mauricio era un caballero muy valiente que defendía el reino de ataques de dragones y hombres malos.

Todo el reino estaba contento con Laura y su esposo, excepto un hombre: el mago Fausto. Fausto hizo la poción que Mauricio tomó, pero la poción originalmente era para Laura. Fausto quería que Laura tomara la poción y se enamorara de él, porque Fausto quería ser el rey.

Después de la boda de Laura y Mauricio, Fausto creyó un nuevo plan. Decidió causar problemas para el reino, problemas que solo él podría resolver. Primero encantó unos pájaros para atacar el pueblo. Después encantó unas ratas para invadir al pueblo y el castillo. Fausto usó su magia para vencer a los pájaros y ratas.

Fausto estaba muy contento. Su plan estaba funcionando. Con solo unos problemas más, podría ser el héroe del reino y quitarles el trono a Laura y Mauricio.

Fausto vivía en el bosque encantado. Había muchos insectos en el bosque. Fausto decidió encantar a los insectos. Los insectos salieron del bosque y fueron al pueblo. Los insectos picaron a las personas y animales. Comieron las plantas. Fue asqueroso y horrible.

Otra vez, Mauricio no pudo hacer nada para defender el reino. ¿Cómo matar insectos con un escudo y una espada?

El pueblo gritó por el mago Fausto. Él llegó y los insectos desaparecieron. Todos estaban contentos, todos excepto la reina Laura. Ella sospechaba de Fausto, pero no tenía evidencia de nada. Y el reino necesitaba a Fausto porque ella no podía vencer ataques de pájaros, ratas e insectos.

Cada vez que Fausto visitaba el pueblo, la gente armaba un escándalo. Le hablaban con gran reverencia. Le daban comida y otros productos. Le presentaban a sus hijas bonitas.

Era obvio que el reino amaba a Fausto, pero todavía amaban a la reina Laura y su esposo Mauricio. Fausto tendría que hacer algo grande para eliminar a Mauricio y ganar el afecto de Laura si quería ser el rey.

Había una gran fiesta para celebrar el solsticio. Fausto decidió arruinar la celebración y después entrar y salvar el día con sus poderes mágicos. Pasó días en su choza en el bosque encantado preparando las pociones necesarias.

La primera poción convertiría a una persona en una culebra enorme. La segunda poción revertiría los efectos de la primera poción. La tercera poción era un antídoto.

Así fue el plan de Fausto: daría la primera poción a Mauricio. El caballero se convertiría en una culebra. Seguro mordería a la reina y ella estaría muy enferma por el veneno.

Entonces, Fausto llegaría. Usaría la segunda poción para revertir a Mauricio en un hombre y la tercera poción para salvar a la reina. El reino mataría a Mauricio por intento de asesinato a la reina y Laura se enamoraría de Fausto por salvar su vida. ¡Qué plan tan perfecto!

El día de la celebración, Fausto fue al pueblo. Fausto tomó dos copas de vino de un sirviente. Puso la poción en uno de los vasos. Caminó hacia la reina y el caballero y les ofreció el vino.

—¡Un brindis a la reina y su caballero valiente! —exclamó.

Laura tomó la copa de vino sin la poción cuando Fausto se la ofreció. Fausto ofreció el vino con la poción a Mauricio, pero él no tomó el vaso.

—No gracias. No me gusta el vino. Solo bebo agua —Mauricio explicó. Con eso, un sirviente apareció con un vaso de agua para el caballero.

—Está bien, Fausto. Ahora tu puedes tomar el vino con nosotros. Gracias por el brindis —Laura dijo.

Fausto estaba atrapado. Laura observaba sus acciones. Si tomara el vino, se convertiría en una culebra. Si no tomara el vino, la reina sospecharía de él.

Fausto decidió cambiar su plan y tomar el vino. Como culebra, podría morder a ambos Laura y Mauricio. Después, tomaría la segunda poción y daría el antídoto a la reina. Mauricio moriría del veneno y Fausto se casaría con Laura y sería el rey.

La poción necesitaba cinco minutos para causar su efecto. En esos cinco minutos, Fausto salió de la celebración y escondió las otras pociones. Necesitaba encontrarlas después de arruinar la celebración y atacar a Mauricio y Laura. Tampoco quería estar frente al público cuando se convirtiera en culebra.

Después de los cinco minutos, Fausto notó cambios en su cuerpo. Sus brazos y piernas fueron absorbidos por su cuerpo. Su cuerpo se alargó y se cubrió con escamas. Su cabeza cambió de forma. Dos dientes grandes salieron de su boca.

Fausto era una culebra enorme. Una mujer lo vio y gritó. Fausto fue al centro del pueblo para arruinar la celebración. Destruyó mesas y aterrorizó a las personas. Vio a Mauricio y Laura. Mauricio agarró su espada y corrió hacia Fausto. Fausto intentó morder a Mauricio, pero falló y Mauricio lo cortó en la boca con su espada. 

Otros caballeros rodearon a la reina. Querían moverla al castillo. Si ella entraba al castillo, Fausto no podría morderla. Decidió ignorar a Mauricio por el momento y atacar a la reina primero. 

Los caballeros alrededor de la reina atacaron con sus espadas, pero las escamas de Fausto lo protegieron. Fausto bajó su cabeza rápidamente y mordió el brazo de la reina Laura. Ella cayó al suelo inmediatamente. 

Mauricio vio al amor de su vida en el suelo y se enfureció. Atacó a Fausto con toda su fuerza. No tenía mucho éxito con su espada por las escamas, entonces decidió cambiar su plan de ataque. Cambió su espada por una cuerda. Con la cuerda formó un lazo para atrapar a la culebra.

Fausto no estaba acostumbrado a su cuerpo de culebra y no tenía mucho control de sus movimientos. Mauricio tiró el lazo sobre su cabeza. Agarró otra cuerda y con otro lazo cerró la boca de Fausto. Pasó las cuerdas a otros caballeros y con otro lazo atrapó la cola de Fausto. Ahora estaba muy atrapado.

Los caballeros movieron la culebra atrapada a una jaula en el zoológico con otros animales encantados que Mauricio había atrapado, como dragones y unicornios. Luego, Mauricio corrió al castillo para estar con la reina.

Fausto no sabía qué hacer. No podía tomar la segunda poción para volver a su forma humana porque estaba atrapado lejos de la poción. No podía llevar el antídoto a la reina Laura para salvarla. Y Mauricio no estaba muerto, estaba muy vivo. ¡Su plan fue un fracaso total!

La reina Laura estaba en malas condiciones. Estaba muy enferma por el veneno de la culebra. Llamaron a todos los médicos del reino, pero ellos no sabían qué hacer. Llamaron al mago Fausto, pero no sabían por dónde estaba. Había desaparecido.

Mauricio se sentó al lado de su mujer. No podía atacar la enfermedad con su espada. Laura no necesitaba un caballero, necesitaba un médico. Pero Mauricio no era un médico, era un caballero tonto. 

Mauricio sabía que a Laura le gustaba leer, entonces fue a la biblioteca y regresó con libros. Leía los libros a Laura mientras ella gemía en la cama. Laura siempre decía que los libros contenían las soluciones a todos los problemas del mundo. Quizás la respuesta a este problema estaba en uno de los libros.

El fin.

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