Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 7

Season 10, episode 30

Previous chapters of La aventura de la vida include: Parte 1 , Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6

Xibalbá, the mayan underworld also known as “the place of fear”, is divided into rooms. Sandra and Gabriel, joined by the evil men hunting them, have already confronted the rooms of gloom, ice, and knives. Now they must make it through the rooms of bats and games without figuratively – or literally – losing their heads.

This story is in the third person and present tense, with multiple other verb forms used as needed to tell the story. Important vocabulary in the story includes: “murciélago” (bat),“ruido” (noise), “sonido” (sound), “pelota” (ball), “cancha” (court) “chillar” (to cry), “cabeza” (head) and “perder” (to lose).

La aventura de la vida, parte 7

—¡Cubre la cabeza! —grita Sandra. Levanta su camiseta un poco para esconder su propia cabeza. Escaparon de la casa de hielo y la casa de cuchillos para terminar en la casa de murciélagos.

Un murciélago enorme acaba de arrancarle la cabeza a uno de los hombres malos. El resto de su cuerpo sangra en el suelo.

—¡Su cabeza! ¡No tiene cabeza! —chilla otro hombre.

—¡Y pronto tú tampoco tendrás cabeza si no la escondes! —dice Sandra. Gabriel y los dos hombres malos que quedan copian a Sandra y meten sus cabezas en la camiseta.

—¿Qué demonios pasa ahora? —dice el líder del grupo malo.

—Estamos en la casa de murciélagos. Cazan las cabezas, así que, si mantenemos la calma y escondemos las cabezas, nos dejarán en paz —explica Sandra.

—“No pierdes la cabeza”tiene un significado doble aquí —dice Gabriel y Sandra puede oír su sonrisa aunque no pueda verla.

—Si cubrimos la cabeza, no podemos ver nada, y si no podemos ver nada, ¿cómo salimos de aquí? —pregunta un hombre.

Sandra no dice nada. Calma su mente. Siente el movimiento del aire por la cueva. Oye los chillidos de los murciélagos y el sonido de sus alas. Oye el sonido ahogado de los cuchillos en la otra cueva. Y oye algo más.

De repente, un murciélago vuela cerca y asusta al grupo.

—¿Qué estamos esperando? —dice el líder de los hombres malos.

—¡Sh! —dice Sandra—. Oigo algo.

Los ruidos son un poco más fuertes. Hay gritos y algo pega contra el suelo en la distancia. Sandra sabe adónde ir. Toma la mano de Gabriel y empieza a caminar. 

El grupo se mueve torpemente con sus cabezas escondidas en sus camisetas. Sandra sigue los ruidos y con cada paso se vuelven más fuertes.

«Si solo pudiera ver la salida. Tenemos que estar cerca» piensa. 

Decide arriesgarse y baja su camiseta un poco para ver. Una luz tenue entra en la cueva unos 50 (cincuenta) pies por delante. El alivio de Sandra al ver la salida no dura mucho tiempo. Varios murciélagos vuelan cerca de la salida y aún más duermen colgados del techo. De pronto, los ojos rojos de los murciélagos se fijan en los ojos visibles de Sandra y todos vuelan en su dirección.

—Oh no —dice Sandra con un poco de pánico. Esconde de nuevo su cabeza, pero ya es tarde; los murciélagos vienen.

—¿Qué pasa? —pregunta Gabriel, todavía con la cabeza tapada.

—Tenemos que correr, ¡ahora! —dice Sandra, apretando más fuerte la mano de Gabriel.

Sandra echa a correr y los tres hombres que la siguen corren también. Siente las alas de los murciélagos en los brazos. Escucha sus chillidos cerca de ellos. Con todo el ruido de los murciélagos es difícil oír los sonidos que estaba siguiendo.

Tienen que estar cerca y Sandra descubre la cabeza otra vez. Se agacha cuando un murciélago ataca y apenas lo evita. La salida está a unos pasos más. 

El grupo corre zigzagueando para evitar los murciélagos que quieren arrancarles las cabezas. Por fin llegan a la luz, pero la salida está bloqueada por un murciélago enorme. La criatura extiende sus garras hacia Sandra. Ella se agacha para evitarlo. No es suficientemente rápida y las garras rascan su mejilla. 

Sin embargo, la salida ahora está libre y Sandra corre con toda su fuerza al túnel iluminado. Cuando sale de la cueva, se detiene y respira con fuerza, aliviada de estar fuera del alcance de los murciélagos. 

Las cabezas de Gabriel y los otros dos hombres aparecen cuando arreglan sus camisetas. Cuando Gabriel mira la cara asustada y lastimada de Sandra, reacciona con preocupación.

—Estás lastimada —dice Gabriel, tocando la mejilla de Sandra con cuidado.

—Estoy viva, y eso es lo más importante —responde Sandra, pensando en el hombre malo que murió de manera tan violenta dentro de la cueva.

Después de un breve descanso, el grupo sigue adelante. Están en un túnel. El túnel, como casi todos los túneles en Xibalbá, está decorado con calaveras y relieves. Los sonidos que Sandra seguía en la casa de murciélagos son más fuertes en el túnel. Hay muchos gritos de emoción y otra vez el ruido de algo que pega contra el suelo.

El grupo llega al otro lado del túnel y se detiene. Están en un tipo de estadio. Allí abajo, dos equipos juegan al pitz, también llamado pok-ta-pok, o el juego de la pelota. La cancha es igual a la cancha que vieron en Chichén Itzá, con una excepción: puntos afilados salen de las paredes y del suelo. 

Los pies de los jugadores sangran donde han pisado un punto. Cuando se caen para pegar la pelota con la cadera, gritan de dolor. Pero no pueden dejar de jugar, no pueden perder. Porque los perdedores pierden más que un juego: pierden la cabeza.

Arriba de la acción del juego, los muertos gritan con entusiasmo. Es la única cosa que trae algo de felicidad a Xibalbá. En el lugar de honor, tres dioses de Xibalbá miran la acción con grandes sonrisas. Les gustan el dolor y el miedo de los jugadores. Viven por el momento en que un lado pierde la esperanza.

—Tenemos que salir de aquí antes del fin del juego o podríamos ser los próximos jugadores —susurra Sandra a Gabriel. Él asiente para indicar que comprende.

—Imagino que tampoco queremos ser notados por esos tres hombres importantes —añade Gabriel.

—Son dioses de Xibalbá. Si nos ven, estamos muertos —asiente Sandra.

—¿De qué susurran? No piensan dejarnos atrás —dice uno de los dos hombres. Sandra siente horror al volumen de sus palabras. Por suerte, hay un grito de la audiencia al mismo tiempo y la atención de los dioses de Xibalbá se queda en el juego.

—Tenemos que salir pronto y evitar a los tres dioses que están aquí si queremos sobrevivir —susurra Sandra.

El grupo camina con cuidado alrededor de los “aficionados” del juego de pelota. Para no llamar la atención, gritan cuando los aficionados gritan y gimen cuando ellos gimen.

De vez en cuando Sandra dirige su atención al juego abajo. Ha leído sobre el pitz, ha visto canchas del juego cuando visita las ruinas, ha visto dibujos que tratan de ilustrar el juego, pero verlo en persona es algo especial, en particular porque nadie sabe exactamente cómo se juega.

Dos equipos tratan de mandar una pelota a la zona de anotación del otro equipo. No pueden tocar la pelota con las manos ni con los pies. La pelota está hecha de látex y pesa más o menos 8 libras. La pelota bota, y hay que pegarla de un lado al otro de la cancha. Hay un círculo de piedra en cada pared. El juego termina si la pelota pasa por un círculo. Es muy difícil botar la pelota lo suficiente para pasarla por el círculo, así que los juegos pueden durar mucho tiempo.

La pelota bota de un lado al otro, pegada por los jugadores. De repente, hay un gran grito cuando la pelota pasa por un círculo de piedra y la audiencia se pone de pie. Las caras de los jugadores muestran triunfo y desesperación. El juego ha terminado.

Los dioses de Xibalba se levantan de sus sillas y flotan hacia la cancha. Los perdedores saben lo que viene. Hay pinturas que muestran el final de jugadores por todas las paredes: nobles atletas que están de rodillas frente a los dioses con cuchillos en la mano. Luego, en la próxima pintura, en vez de una cabeza, serpientes que representan la sangre saltan del cuello del jugador decapitado. Últimamente, su calavera se unirá con las de otros perdedores para decorar la casa de la pelota.

Como el equipo que son, los jugadores perdedores se arrodillan en unísono. Los dioses absorben su pena y decepción con gusto. Aunque Sandra no tiene ganas de ser testigo del sacrificio, no puede mirar hacia otro lado.

En ese instante, uno de los dioses de Xibalbá levanta la vista y hace contacto visual con Sandra. Ella se congela por el miedo que la invade.

—Sandra, creo que veo la salida —dice Gabriel. Sandra nota movimiento mientras los dos hombres malos pasan por una puerta. Quiere ir con ellos, pero no puede moverse.

—¡Sandra! ¡Tenemos que salir! ¿Qué esperas? —grita Gabriel. Entonces ve al dios de Xibalbá mirando fijamente a Sandra. Agarra su brazo y jala fuerte, rompiendo el trance.

Salen de la casa de la pelota justo cuando un dios de Xibalbá le corta la cabeza al primer perdedor. 

El fin.

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Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 6

Season 10, episode 29

Previous chapters of La aventura de la vida include: Parte 1 , Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5

The only people to defeat the gods of Xibalba are the Hero Twins, and they did so by resurrecting themselves after being ground into dust. Sandra doesn’t like that option. She finds herself between evil men and a river of sacrificial blood. What other terrifying sights await her in this space the Mayans call “the place of fear”?

This story is in the third person and present tense, with multiple other verb forms used as needed to tell the story. Important vocabulary in the story includes: “bravucón” (bully),“esperanza” (hope), “hielo” (ice), “cuchillo” (knife), “chilla” (cries), and “será” (probably is).

La aventura de la vida, parte 6

Sandra mira entre los tres hombres malos y el río de muerte. Los hombres levantan cuchillos de obsidiana y bloquean la salida. Detrás de Sandra el río de muerte mueve la sangre de personas sacrificadas para honrar a los dioses mayas.

Están en Xibalbá, el inframundo, que los mayas también llamaron “lugar de miedo”. Pues, Sandra tiene miedo. Tiene mucho miedo, pero no puede perder la calma.

—Es hora de aceptar tu destino —dice el hombre más grande, el mismo que estaba en el avión. Parece ser el líder del grupo.

Sandra recuerda el avión y el principio de esta aventura increíble. Saltó de un avión, subió El Castillo de Chichén Itzá y luego se cayó por las pirámides que estaban dentro, nadó por un cenote, casi se ahogó en un río subterráneo y enfrentó una oscuridad profunda, tanto en la cueva como en su cabeza.

Mira a los hombres y sus cuchillos y está muy frustrada. ¿Quiénes son ellos? ¿Por qué la persiguen? Ella no es nadie especial. Los hombres actúan como los bravucones en su escuela. Sandra sabe que los bravucones se alimentan del miedo. Así que Sandra decide tratarlos como trata a sus estudiantes bravucones, con confianza y lógica.

—No. Mi destino es lo que yo hago. Ustedes no tienen ningún poder aquí. Aquí los que mandan son los dioses de Xibalbá. No les importa quién hace el sacrificio, ellos viven del sufrimiento. Ninguno de nosotros llegará a nuestros destinos si nos quedamos aquí —dice Sandra, tomando control de la situación.

Mientras habla, manos salen del río y agarran la tierra. Jalan cuerpos parcialmente deteriorados del agua roja. Uno de los hombres chilla y ataca un cuerpo con su cuchillo. El cadáver sigue moviéndose. Por fin Gabriel habla:

—Yo la escucharía. Es la mejor esperanza de salir de aquí que tenemos. Si la matas, todos estamos perdidos.

—¿Adónde vamos entonces? —dice el supuesto líder del grupo, guardando su cuchillo.

—Primero, sería buena idea movernos de la orilla del río de muerte —empieza Sandra.

Cuando están más seguros, Sandra observa la caverna. Es grande y está cubierta de una luz rosa. Dentro de la caverna, hay entradas a otras cuevas y túneles. Ahora solo tiene que seleccionar el sendero correcto.

—Gabriel, ¿puedes pasarme la mochila, por favor? —pregunta Sandra.

—Espera. ¿Qué hay en la mochila? —cuestiona el hombre.

—Nada mortal. Solo hay un libro que necesito —responde Sandra.

Gabriel le pasa la mochila y Sandra saca el libro mojado. Las páginas están en malas condiciones, pero Sandra las pasa con cuidado hasta que llega a la sección que quiere.

—Xibalbá está dividida en casas. Cada casa tiene algún truco. Al principio crees que encontraste algo bueno, pero la decepción viene rápido —explica Sandra.

—¿Entonces, cómo salimos? —pregunta el hombre.

—Tenemos que pasar por las casas y evitar los trucos —dice Sandra.

—Suena fácil —dice uno de los hombres con bravura. Sandra se ríe.

—Los dioses de Xibalbá no hacen nada fácil. Las únicas personas que ganaron a los dioses de Xibalbá fueron los héroes gemelos —dice Sandra.

—¿Cómo salieron ellos? —pregunta otro hombre.

—Fueron pulverizados y luego resucitaron. No creo que tengamos esa opción —dice Sandra de forma realista.

—¿Pero tu crees que el libro tiene la respuesta? —cuestiona el líder.

—Ha sido correcto hasta ahora. No tengo por qué dudarlo —declara Sandra, volviendo a las páginas. 

Levanta la vista y mira las cuevas al otro lado del río. No ve manera de cruzar el río, así que dirige su atención a las tres cuevas más cercanas. Una cueva emite una luz roja, otra una luz azul y la tercera es completamente negra, como si absorbiera toda la luz a su alrededor.

Sandra identifica el tercer túnel como la casa de la melancolía. En esa casa personas se sienten deprimidas y sin esperanza, exactamente como ella se sintió cuando pasó por allí con Gabriel.

La cueva con la luz roja será la casa de fuego. Tiene un suelo de lava fundido. Respirar el aire allí quema los pulmones. La cueva con la luz azul será la casa de hielo. Es tan fría que las personas se congelan en un instante. De las dos opciones, Sandra cree que tienen mejores probabilidades en la casa de hielo. Cierra el libro y lo devuelva a la mochila.

—Vamos a pasar por la casa de hielo. Tenemos que quedarnos en un grupo. Si nos quedamos cercanos, el calor de nuestros cuerpos nos ayudará a sobrevivir. Tómense las manos —dice Sandra, tomando la mano de Gabriel y la de uno de los hombres.

Cuando pasan por la entrada, un viento helado choca con sus caras. Sandra se acerca más a Gabriel, pero no puede evitar los escalofríos que atacan su cuerpo. Pronto, todos en el grupo tiemblan de frío.

—Hay… que moverse… más… rápido —dice Sandra por dientes castañeantes.

El grupo se acerca más y se acelera un poco. Por toda la cueva hay cuerpos completamente congelados. Unos están sentados en el suelo. Otros están en varias posiciones de caminar. Un cuerpo está en la posición de correr, con un solo pie congelado al suelo.

Los dientes de Sandra castañetean tanto que cree que se van a caer de su cabeza. Por fin ve un cambio en la luz. ¡Están llegando a una salida!

El grupo tiembla y camina a la salida de la casa de hielo. Cuando salen, Gabriel abraza a Sandra y ella está agradecida por el calor de su cuerpo fuerte.

De repente, uno de los hombres grita en dolor.

—¡Algo me atacó! —chilla. Todos ven un corte en su brazo.

—La casa de cuchillos —susurra Sandra.

Como si fueran llamados, cuchillos aparecen volando por el aire. Los hombres miran sus hojas afiladas con miedo, pero Sandra no tiene miedo. Estaba esperando llegar a la casa de cuchillos. Respira profundamente y baila.

Sandra recuerda los pasos de la danza que su abuela le enseñó cuando era niña. Practicaba todos los días por semanas. Su abuela dijo que era la danza de sus ancestros, una danza sagrada y especial. Según el libro, es el baile que los salvará.

Los cuchillos vuelan en su dirección, pero pasan alrededor de ella y su danza. Otro hombre grita, pero Sandra lo ignora. No puede romper su concentración. Siente a Gabriel detrás de ella. Está copiando sus movimientos. Poco a poco los otros hombres también la copian. 

Los movimientos de Sandra son exactos y elegantes. Ella se mueve por la cueva y los cuchillos no la tocan. Los hombres detrás de ella son torpes en su danza, pero se quedan cerca de ella y es suficiente.

Llegan al otro lado de la cueva y encuentran la salida. Con un suspiro de alivio, Sandra deja de bailar. Por su sorpresa, Gabriel la besa.

—¡Nos salvaste! Sabía que eras especial —le dice.

—No estamos a salvo todavía, hay muchas casas en Xibalbá y… —Sandra no termina su pensamiento. Sus palabras se cortan cuando un murciélago enorme aparece y le arranca la cabeza a uno de los hombres malos.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 5

Season 10, episode 28

Previous chapters of La aventura de la vida include: Parte 1 , Parte 2, Parte 3, Parte 4

Sandra barely escaped death in an underground river. Now she and Gabriel must find their way out. Each twist and turn of the dark caverns brings them deeper into the underworld. 

This story is in the third person and present tense, with some present subjunctive and other verb forms used as needed to tell the story. Important vocabulary in the story includes: “oscuridad” (darkness),“susurrar” (to whisper), “conocimiento” (knowledge), “escalofriante” (scary), and “calaveras” (skulls).

La aventura de la vida, parte 5

—Sandra…Sandra, ¿me escuchas?

Sandra siente las manos de Gabriel sacudiéndola. Su mente no quiere enfocarse. Se dobla a un lado, tose y vomita agua. Limpia su boca con la mano. Abre los ojos, pero no ve nada. Está en completa oscuridad. Es escalofriante.

«Estoy en Xibalbá —piensa— ¿pero estoy aquí de visita o permanentemente?»

—¿Sandra? —la voz preocupada de Gabriel se repite. Sandra mueve la cabeza en la dirección del sonido.

—¿Gabriel? —dice con voz ronca. Escucha un suspiro y Gabriel la abraza con fuerza.

—Pensé que te había perdido —susurra.

El cuerpo caliente de Gabriel confirma que Sandra no está muerta; está viva. Tiene ganas de llorar, pero no puede perder la cabeza. Necesita salir de allí.

—¿Dónde estamos? —pregunta Sandra.

—No sé. Cuando salí del agua, no lo investigué; solo me importaba no perderte. Metí las manos en el río para agarrarte cuando pasabas —dice Gabriel.

—Gracias por salvarme la vida —susurra Sandra. La corriente eléctrica que sintió en el cenote vuelve con fuerza.

—Es mi culpa que estés en esta situación, y te prometo que saldremos de aquí  —responde Gabriel.

Sandra quiere confiar en él, pero la verdad es que no sabe nada de Gabriel. Puede estar mintiendo. Se mueve fuera de los brazos cálidos de Gabriel. Ella todavía tiene su mochila, y aunque está completamente mojada, tal vez haya algo que pueda ayudarlos.

Abre la mochila en la oscuridad y palpa el contenido. El libro está encima. Pone el libro mojado a un lado y remueve otras cosas: el celular y cargador, una chamarra, una botella vacía y una bolsa de cosméticos. Cuando levanta la bolsa de cosméticos, recuerda que es impermeable y que contiene las llaves de su coche, y en su llavero hay una minúscula linterna.

Saca la pequeña linterna de la bolsa y la enciende. La luz no es fuerte, pero ilumina la cueva lo suficiente para ver. Hay montones de huesos al lado de las paredes. Hay calaveras de animales y humanos  adyacentes a los huesos. Es una vista espantosa.

Las piedras de la cueva tienen relieves de sacrificios. Sacerdotes levantan cuchillos de obsidiana sobre los cuerpos de sus víctimas. Serpientes saltan de las imágenes, representando la sangre derramada.

—¡Mira! —exclama Gabriel. Tiene la mochila de Sandra en una mano y el libro en la otra. Levanta el libro para que Sandra lo vea. En la tapa hay un relieve de un jaguar con la boca abierta. Sandra sigue el dedo de Gabriel y ve el mismo relieve en la pared, por encima de una puerta.

—Imagino que encontramos la ruta —dice Sandra. Siente una sensación de terror en el estómago, pero ¿qué más puede hacer? No quiere volver al río subterráneo. No tiene otra opción que pasar debajo del jaguar.

Sandra y Gabriel caminan por un pasillo. Hay calaveras montadas en la pared. Las calaveras parecen girar para mirarlos mientras pasan. Sandra cree que las calaveras susurran. Escucha sus advertencias de peligro y sufrimiento. Entre las voces y el aire frío y húmedo, Sandra no deja de temblar.

—¿Estás bien? —pregunta Gabriel. Sandra no quiere parecer paranoica y asiente.

—Solo tengo frío —responde.

De repente, la linterna se apaga y Sandra y Gabriel quedan absortos por la oscuridad. Sandra sacude la linterna y trata de encenderla, pero no pasa nada.

La oscuridad es opresiva. Sandra no puede ver nada. Las voces de las calaveras vuelven más fuertes. Hablan de torturas y desesperación. Extiende las manos para encontrar la puerta y tocar algo, pero no encuentra nada. Siente molesta y enojada.

—¿Qué pasa con la linterna? —pregunta Gabriel, molesto.

—No sé. No se enciende —responde Sandra, frustrada. Su mente se llena de enojo contra el hombre a su lado. Tiene ganas de empujarlo y salir corriendo.

Hasta el aire de la oscuridad es opresivo. Sandra siente una depresión fuerte y casi no puede respirar. Pensamientos de fracaso llenan su cabeza. Siente que nunca va a salir, que su vida se ha terminado. Escucha risas y voces burlonas. Sus pensamientos se vuelven tan oscuros como el aire. ¿Cómo van a salir de allí si no pueden ver nada? ¡Van a morir en la tierra de los muertos! Ella entra en pánico y empieza a hiperventilar. 

En la oscuridad, dos brazos toman a Sandra y la estrechan contra un cuerpo cálido y fuerte. 

—Sandra, respira conmigo —dice la voz tranquila de Gabriel. Sandra se enfoca en su respiración. Inhala y exhala al ritmo del pecho de Gabriel. Los pensamientos de desesperación empiezan a desaparecer mientras su mente se tranquiliza.

—Gracias —murmura Sandra en el pecho de Gabriel. Se siente mucho más calmada.

—Está bien. Yo escuché las voces también —admite Gabriel.

—Tenemos que salir de aquí o me volveré loca —dice Sandra.

—Si no te vuelves loca enseñando a un salón de niños de doce años, creo que puedes mantener la calma aquí en esta cueva —dice Gabriel.

Sandra sonríe. Piensa en las loquerías de sus estudiantes y en las frases tontas que adoptan cada año. Gabriel tiene razón. Solo necesita enfocarse y no perder la cabeza.

—Necesitamos encontrar el tesoro y salir de aquí —dice Sandra con resolución.

—Exacto. ¿Tienes idea de cómo hacerlo? —pregunta Gabriel.

—¿Tú me forzaste a venir en esta aventura y ahora quieres que yo la guíe? ¿No tienes un plan? —responde Sandra, incrédula.

—La única pista que tenía era el trono del jaguar en Chichén Itzá. Por eso te necesito. Tienes más conocimiento de los mayas que yo —dice Gabriel.

—Hay muchísimos maestros de español en el mundo con conocimiento de los mayas. Ni mencionar todas las personas que viven aquí en México o Guatemala con conocimiento propio. ¿Por qué yo? —inquiere Sandra.

—Eres especial. Y solo tú tienes este libro —dice Gabriel. En la oscuridad, Sandra siente el libro en la mano de Gabriel. No comprende completamente el razonamiento de Gabriel, pero no quiere discutir más. Quiere salir de allí. Piensa en el libro y en todas las posibilidades de su situación.

El libro fue un regalo de su abuela. A su abuela le gustaba contar las leyendas mayas. Varias hablaban de Xibalbá y de la conexión entre la vida y la muerte. Antes de su viaje, su abuela le dio el libro. En el libro, un joven guerrero enamorado es sacrificado en el altar de El Castillo en Chichén Itzá. Llega a Xibalbá, pero quiere volver al mundo de los vivos y su amor. 

Encuentra a otro muerto, un rey con un tocado de jaguar en la cabeza. El rey jaguar guía al guerrero por los salones que prueban su valentía y honor. Sandra no ha terminado el libro todavía, pero un pensamiento escalofriante entra su cabeza.

Tranquiliza su mente y su cuerpo y busca ciertas sensaciones. Después de unos segundos, huele metal y putrefacción en el aire. No quiere moverse en esa dirección, pero otra vez, no hay otra opción.

Toma la mano de Gabriel y lo guía por la oscuridad hacia el olor. Con cada paso, el olor se vuelve más fuerte y el terror crece en su interior. Por fin ven una luz roja en la distancia.

Sandra y Gabriel salen de la cueva oscura de desesperación y entran a una caverna alta cubierta de luz rosada. Un gran río divide la caverna. Gabriel se acerca al río para investigar, pero Sandra lo agarra.

—¡No te acerques! —advierte, al mismo tiempo que un brazo blanco se levanta del agua y agarra el pie de Gabriel. Jala con una fuerza increíble, pero Gabriel se escapa.

No es cualquier río. Está lleno de sangre y cuerpos. Es el río de los sacrificados que corre por el corazón de Xibalbá.

De repente, tres figuras salen de la oscuridad. ¡Son los hombres malos que los persiguen! Llevan cuchillos de obsidiana en las manos. Sandra mira entre ellos y el río de sangre. Literalmente, está entre la muerte y la muerte.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 4

Season 10, episode 27

Previous chapters of La aventura de la vida include: Parte 1 , Parte 2, Parte 3

Sandra and Gabriel have fallen through the floor of the grand pyramid of Chichen Itzá, El Castillo. After solving puzzles and more falling through the pyramids below El Castillo, they have found themselves in a cenote, or underground lake. How will they make it out of this situation before the evil men chasing them catch up? Does Sandra know anything that can help them? 

This story is in the third person and present tense, with other verb forms used as needed to tell the story. Important vocabulary in the story includes: “río” (river),“una corte” (a cut), “jalar” (to pull), “muerte” (death), and “el inframundo” (the underworld).

La aventura de la vida, parte 4

Sandra no lo puede creer. Está nadando en el agua fría de un cenote debajo de la pirámide de El Castillo en Chichen Itzá. Debería estar nadando en el agua tibia del océano en una playa de Costa Rica, pero no. Un hombre la empujó de un avión, la llevó a Chichen Itzá, subió a El Castillo – ilegalmente – y luego cayó no por una, sino por tres pirámides para terminar en un lago subterráneo.

Sandra ya está cansada y sabe que no puede nadar por mucho tiempo, especialmente con su hombro cortado. Usa la poca luz que entra al cenote por los huecos de las pirámides para buscar una saliente en la cueva. Por fin encuentra una roca lo suficientemente grande para sentarse fuera del agua.

Mientras descansa, escucha. Rocas caen en el agua y las voces de los hombres malos llegan desde muy lejos. Sandra no sabe cuánto tiempo tienen hasta que los alcancen. ¿Dónde está Gabriel? Es muy difícil ver y Sandra no sabe si los sonidos que escucha son de él o de otras criaturas acuáticas que viven en las aguas profundas y oscuras de los cenotes.

—¡Gabriel! —susurra Sandra. No quiere gritar porque no quiere que los hombres malos los escuchen. No hay respuesta. Sandra empieza a preocuparse. ¿Está bien? ¿Sabe Gabriel nadar? ¿Se pegó en la cabeza y ahora se está ahogando en el cenote? ¿Qué va a ser de ella ahora?

—¡Gabriel! —susurra Sandra un poco más alto con pánico en su voz.

—Estoy aquí. Ya vengo —responde Gabriel y Sandra suspira en alivio. El hombre guapo llega a la saliente donde Sandra está sentada. Se levanta fácilmente del agua y aun en la poca luz Sandra nota los músculos definidos de sus brazos.

—Todavía estás sangrando —dice Gabriel, indicando el hombro cortado de Sandra. No es una corte profunda, pero le duele mucho. Sin una palabra, Gabriel se quita la camiseta y la usa para vendar el hombro de Sandra.

—Gracias —susurra Sandra y la palabra se queda en el aire entre ellos como electricidad. Gabriel es muy guapo y su manera cariñosa tiene un efecto a Sandra. Pero Gabriel también es la razón por la que Sandra está atrapada en un cenote en vez de disfrutando sus vacaciones en la playa.

—¿Qué hacemos ahora? —le pregunta Sandra, su gusto por Gabriel rápidamente reemplazado por el disgusto cuando recuerda la situación en que están metidos.

—Buena pregunta. ¿Qué dice tu libro? —responde Gabriel.

Sandra casi se había olvidado del libro. Todavía no comprende cómo un libro de ficción puede ayudarles a encontrar un tesoro de verdad, pero no vale la pena discutir en ese momento. Además, el libro dice que hay un cenote debajo de El Castillo, y ella puede verificar esa información ahora.

Aún no ha terminado el libro, pero leyó un poco mientras se escondían del guardia en las ruinas de Chichen Itzá. Había un sacrificio en el altar de El Castillo para Chaac, dios maya de la lluvia. El rey miró la ceremonia desde su trono, un jaguar verde con manchas y ojos de jade – otro detalle verdadero del libro.

—El libro menciona que El Castillo es un lugar sagrado. No solo es un lugar para llegar a los dioses, sino también un lugar para llegar al más allá, a la tierra de Xibalbá —dice Sandra.

—¿Xibalbá? ¿El dios de la muerte? —pregunta Gabriel.

—No. Xibalbá es un lugar, no una persona. El dios de la muerte tiene muchos nombres, pero el más común es Ah Puch. Hay múltiples dioses en Xibalbá y son maliciosos y manipuladores. Les gusta jugar con la gente, como los gemelos del Popol Vuh, pero ese es otro cuento —dice Sandra.

—¿Entonces, el altar está más cerca del cielo, conectando con los dioses allá y el cenote está más cerca del más allá, conectando con Xibalbá? —aclara Gabriel.

—Más o menos. Los mayas creen que los cenotes son lugares sagrados en parte porque creen que son entradas a Xibalbá. El libro dice que El Castillo tiene mucha importancia porque es un axis mundi, el centro del mundo conectando la tierra con el cielo y el inframundo. Además, los jaguares y serpientes son animales sagrados del inframundo y hemos visto muchas representaciones de ellos en las pirámides de El Castillo —explica Sandra.

—¿Qué mejor lugar para esconder el tesoro del jaguar que en el inframundo? —dice Gabriel con una sonrisa. Gabriel solo tiene una misión en esta aventura: encontrar el tesoro mítico del Rey Jaguar. Cuando tiene el tesoro, Sandra puede ir a casa y volver a su vida normal. Sandra ignora los presentimientos de peligro en su cabeza y sigue hablando.

—Según el libro, hay tres ríos que entran al cenote y solo uno que sale. Ese río va hacia Xibalbá.

—Pues, ¿a qué esperamos? —comenta Gabriel, entrando al agua.

—El río es subterráneo. Podríamos morir —dice Sandra, preocupada.

—Podríamos morir aquí también cuando llegan esos hombres —replica Gabriel. Tiene razón.

Sandra entra al agua fría y los dos se mueven por el borde del lago. Sus ojos se han ajustado a la poca luz, pero usan más su sentido del tacto para buscar el río subterráneo. Pequeños peces nadan alrededor de sus piernas. Llegan a un lugar y Sandra nota un cambio en el movimiento del agua. Gabriel lo nota también. Pero el agua está entrando, no saliendo, así que siguen buscando la salida.

Han recorrido un tercio del cenote cuando escuchan un grito y algo grande cae en el agua. ¡Es uno de los hombres malos! Sandra mira a Gabriel con miedo en los ojos. 

—No podemos parar ahora —susurra Gabriel en respuesta.

Se mueven con más urgencia mientras otro hombre cae al agua. Encuentran otro río entrando al cenote. Sandra está agotada. Le duelen mucho los brazos, especialmente su brazo herido.

Un tercer hombre cae al agua. Ahora todos están en el cenote. Se dividen para encontrar más rápido a Sandra y Gabriel. Sandra reza a cualquier dios que la escuche para que salgan de allí.

—Creo que lo encontré —dice Gabriel. Su voz es tan baja que Sandra casi no lo oye. Desaparece bajo el agua por unos segundos y cuando regresa tiene una gran sonrisa—. El agua se mueve más rápido. Lo voy a inspeccionar. Si no vuelvo en 30 segundos, sígueme. 

Gabriel desaparece de nuevo y Sandra empieza a contar mientras ajusta sus manos en la pared del cenote. Cuando lo hace, una roca cae al agua.

—¡Están por allí! —grita uno de los hombres. Sandra mira con horror mientras tres hombres nadan rápidamente en su dirección.

Sandra llega a veinte. Gabriel todavía no ha vuelto y ella no puede esperar más. Respira profundamente, llenando sus pulmones y desaparece debajo del agua.

Siente la corriente fuerte del agua saliendo del cenote. Entra a la pequeña cueva con los pies primero y deja que el agua la transporte. Tiene muchas ganas de abrir la boca y tomar aire, pero no hay aire para tomar. El agua se mueve rápido, pero no la golpea contra las paredes de la cueva.

Los pulmones de Sandra arden y no sabe cuánto más puede aguantar la respiración. Su cuerpo se siente pesado. El frío del agua penetra en sus huesos. El agua la está jalando a su propia muerte. Qué ironía pensar que entró al río hacia Xibalbá por su propia voluntad.

Justamente cuando Sandra decide seguir el deseo mortal del río de muerte, dos manos fuertes agarran sus brazos y la jalan del agua. Ella está a salvo…por ahora.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 3

Season 10, episode 26

Previous chapters of La aventura de la vida include: Parte 1 , Parte 2

Sandra and Gabriel are hiding out in one of the may ruins of Chichen Itzá so they can climb El Castillo and enter the temple. Of course, finding the treasure of the Jaguar King won’t be so easy as Sandra quickly finds out.

This story is in the third person and present tense. Important vocabulary in the story includes: “corazón” (heart),“rugido” (roar), “empujar” (to push), “jade” (jade), “calavera” (skull), “escalofrío” (shiver), and “relieve” (relief, stone art carving in the wall).

La aventura de la vida, parte 3

Sandra y Gabriel se miran en la sombra de las ruinas de Chichen Itzá. Todavía hace sol y no quieren subir a El Castillo cuando los guardias pueden verlos. Se sientan en silencio y Sandra piensa en su situación. Todavía no puede creer que está en esta situación. Solo quería unas vacaciones tranquilas en la playa, no una aventura peligrosa rompiendo las leyes en México.

Cuando está oscuro, Gabriel se levanta y mira a su alrededor. Es hora de cometer su crimen. Caminan con cuidado de su escondite hacia la gran pirámide. Hay un guardia caminando por el campo.

—¿Cómo vamos a subir los 91 (noventa y un) escalones sin que nos vea? —pregunta Sandra.

—¿Hay 91 escalones? —Gabriel responde a su pregunta con otra pregunta.

—Sí. Cada lado tiene 91 escalones. 91 por 4 (cuatro)son 364 (trescientos sesenta y cuatro), más la parte superior son 365, igual que el número de días en un año según el calendario maya —explica Sandra.

—No sabía eso. Eres una gran maestra —dice Gabriel, impresionado.

—¿Vas a contestar mi pregunta? ¿Cómo vamos a subir sin ser notados? —se repite Sandra.

—Cuando el guardia se va, corremos —dice Gabriel con una sonrisa. Sus dientes blancos reflejan la luz de la luna.

—Qué buen plan —dice Sandra sarcásticamente.

Esperan unos minutos y el guardia se mueve a otra área del parque arqueólogo. Sandra y Gabriel corren con cuidado y llegan a la pirámide. Sandra tiene mariposas en el estómago y adrenalina en sus venas. Sabe que no debe subir la pirámide, pero al mismo tiempo siente la tentación de tocar El Castillo.

—Ahora —susurra Gabriel y empieza a escalar la pirámide. Sandra lo sigue. Escalan gateando para ser menos visibles. Gracias a los dioses, una nube cubre la luna y les da más protección.

Sandra está sudando cuando llegan al salón en la parte superior de la pirámide. Se sienta para controlar su respiración. La luna sale de las nubes y su luz se filtra por el espacio. Aunque la luz no es fuerte, Sandra puede ver una estatua de un hombre reclinado con las manos encima de su estómago, listas para recibir un regalo. Es Chac Mool, dios de la lluvia. Sandra camina hacia la estatua y toca las manos de Chac Mool. En el tiempo de los mayas, estas manos recibieron los corazones de los sacrificados, corazones que cortaron de cuerpos vivos con cuchillos de obsidiana. Un escalofrío pasa por su cuerpo al pensar en el número de corazones que pasaron por este altar.

Gabriel está concentrado en el trono del jaguar. Es rojo con círculos verdes. Los círculos son de jade. La boca del jaguar está abierta, mostrando cuatro colmillos. 

—Guau —es todo lo que puede decir Sandra. El jaguar es fascinante.

—Guau es correcto —dice Gabriel, con los ojos brillando. Toca el jade con reverencia, pero también como si buscara algo.

—Guau no es suficiente —dice una tercera voz y Sandra y Gabriel voltean para ver al hombre del avión. Dos hombres más aparecen a su lado.

—¿Qué hacen aquí? —pregunta Sandra.

—Vinimos a hacer un sacrificio a Kukulcán —responde el hombre. Después de sus palabras, los hombres a su lado se mueven hacia Sandra y le agarran los brazos. El hombre del avión levanta un cuchillo de obsidiana dirigido a su pecho.

De repente, el rugido de un jaguar llena el templo. Los hombres se distraen buscando la fuente del sonido y Sandra usa la distracción para pisar fuerte el pie de uno y morder la mano del otro. El hombre con el cuchillo ataca y corta su hombro. Sandra grita de dolor y corre hacia Gabriel, al otro lado del trono del jaguar.

Gabriel tiene la pequeña estatua de jaguar que había comprado a un vendedor más temprano cuando visitaron las ruinas. Cuando sopla por un hueco, hace el rugido de un jaguar.

Los tres hombres siniestros caminan hacia Sandra y Gabriel. Sandra tiene miedo. No quiere terminar sus vacaciones como un sacrificio a los dioses. Sabe que era un honor para algunas personas, pero ella todavía tiene mucha vida por delante.

—¿Tienes algo más para defendernos que esta cabeza de jaguar? ¿Dónde está el movimiento mágico que usaste en el avión? —pregunta.

—Tengo algo más mágico —dice Gabriel. Aun en esta situación peligrosa, Sandra ve una sonrisa.

Gabriel rompe la camiseta ensangrentada del hombro de Sandra y la pone en la boca abierta del jaguar rojo. Luego, sopla por la estatuilla en sus manos. El rugido del jaguar llena el templo de nuevo, pero esta vez, el piso debajo de sus pies tiembla. 

—¿Qué está pasando? —grita Sandra.

Las rocas caen y los tres hombres se mueven hacia la entrada mientras Sandra y Gabriel agarran el trono del jaguar. De repente, todo el piso debajo del trono del jaguar se abre y Sandra y Gabriel caen.

—¡Uf! —exclama Gabriel cuando aterriza. Sandra le cae encima poco después. 

—¿Estás bien? —pregunta, tocándola con cuidado.

—Tengo un corte en mi hombro y acabo de caer más de seis metros. ¿Cómo crees que estoy? —responde Sandra, enfadada. Se mueve a un lado y Gabriel extraña el peso de su cuerpo, pero no puede pensar en eso. Los hombres van a bajar y necesitan moverse rápido.

Se levanta y prende una linterna. Como sospechaba, están en otro templo. Sandra dijo que El Castillo estaba construido sobre otros templos, y ella tenía razón. 

Hay varios relieves en las paredes. Los mayas no tenían una lengua escrita y compartían sus historias con arte. Los relieves muestran sacrificios. Serpientes salen de los pechos de los sacrificados y los sacerdotes levantan corazones y cuchillos en el aire.

De repente, Sandra chilla. Gabriel mueve la luz para ver la causa y nota restos humanos en el suelo. Debajo de los huesos, nota algo más en el piso. Es un relieve de Kukulcán. Gabriel no está sorprendido. El Castillo es el templo de Kukulcán, uno de los dioses más importantes para los mayas. Es un dios de creación, asociado con el viento, las tormentas y la vida.

Gabriel mueve los huesos para ver mejor el relieve. El cuerpo serpentino de Kukulcán forma un círculo, su cabeza en el centro con la boca abierta. Los ojos de la serpiente están vacíos y Gabriel tiene una idea. 

El trono del jaguar está en buenas condiciones considerando su caída. Basado en su inspección anterior, Gabriel sabe exactamente qué rocas de jade están sueltas. Toma las dos rocas y las pone en los huecos de los ojos de Kukulcán.

Otra vez, el suelo tiembla y rocas caen. Sandra se pega a una pared y Gabriel la cubre con su cuerpo para protegerla. Aunque no quiere admitirlo, Sandra está agradecida por la protección. 

Cuando los temblores terminan, Sandra se atreve a abrir sus ojos. Ve los ojos oscuros de Gabriel mirándola fijamente y siente una corriente eléctrica correr por su cuerpo. No dura mucho tiempo porque Gabriel voltea para ver el hoyo que se abrió en el suelo.

La caída al tercer templo no es tan alta. Gabriel salta abajo primero y ofrece su mano a Sandra para ayudarla. Ella ignora la ayuda. Necesita tener cuidado con este hombre o va a perder su corazón figurativamente.

Hay movimiento arriba y Sandra está preocupada. Sabe que los hombres malos van a bajar a este salón y está ansiosa por salir con vida. Inspeccionan el espacio y ven muchas calaveras. Unas solo son relieves en la roca, pero otras son muy reales.

Basándose en los otros dos templos del Castillo, Sandra sabe que necesitan mover algo o hacer algo para abrir el suelo. Busca pistas, pero es difícil en la oscuridad. Gabriel empieza a tocar las calaveras en la pared. Las empuja como si fueran botones de un elevador. Sandra decide copiarlo. Ve una calavera con un jaguar encima y una serpiente debajo, y la empuja. La roca se mueve un poco.

—¡Gabriel! Creo que hay algo aquí —dice.

Gabriel camina hacia el relieve y lo toca con reverencia. Luego empuja. La roca se mueve un poco más. Ambos Sandra y Gabriel empujan contra la calavera decorada. De repente, la puerta se abre y los dos caen en un tobogán dentro de la pared.

Sus caras y brazos rompen telarañas mientras caen por el tobogán. Dan vueltas y chocan contra rocas, pero todavía siguen cayendo. Cuando Sandra piensa que ya no puede más, el tobogán termina y los dos caen en el agua fría de un cenote.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 2

Season 10, episode 25

On her way to Costa Rica, Sandra was pushed out of a plane and instead landed with a handsome stranger, Gabriel, in the Yucatan peninsula. Gabriel claims he needs Sandra’s help to find the treasure of the Jaguar King. His searching brings them to the ruins of the Mayan city Chichen Itzá.

This story is in the third person and present tense. Important vocabulary in the story includes: “tesoro” (treasure),“coquetear” (to flirt), “jalar” (to pull), and “trono” (throne).

La aventura de la vida, parte 2

Sandra mira las olas chocar contra la playa en Costa Rica. El sol calienta su cuerpo. Está muy tranquila y feliz. Es la vacación perfecta.

De repente, el cielo se pone oscuro. El océano ahora es turbulento. Una ola enorme se levanta y cae encima de Sandra. La ola jala a Sandra y la arrastra al mar. Sandra grita. Una mano agarra su brazo y Sandra lucha contra el enemigo.

Sandra se levanta del sueño desorientada. No está en el agua, ni en Costa Rica. Después de un rato, todo el día anterior vuelve a su memoria. Está en una casa abandonada en la jungla del Yucatán, en México, con un hombre desconocido que saltó con ella de un avión. Mira la mano de Gabriel en su brazo.

—¿Tuviste una pesadilla? Estabas gritando —dice Gabriel.

—Dijiste que me explicarías por qué estoy aquí —responde Sandra ignorando la pregunta. Mueve su brazo de la mano de Gabriel.

—Primero comemos —dice Gabriel. Le da una barra de granola y la mitad de un mango. Sandra tiene hambre y acepta la comida sin quejarse. La barra de granola no es nada especial, pero el mango es la fruta más dulce y rica que ha comido en su vida.

—Hemos comido. Dime ya. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estoy aquí? —demanda Sandra.

—Busco algo y creo que me puedes ayudar —responde Gabriel.

—¿Qué buscas? ¿Y cómo puedo ayudar? Ya te dije, no soy nadie especial —pregunta Sandra.

—No diría que no eres especial. Te ves excepcional —dice Gabriel con una sonrisa coqueta. Sandra responde con un suspiro frustrado y Gabriel continúa—. Busco el tesoro del Rey Jaguar.

—¿El Rey Jaguar? ¿Como en mi libro? —pregunta Sandra.

—Sí. 

—Pero mi libro es un libro de ficción. No había un Rey Jaguar ni un tesoro. Es un mito, no es realidad —dice Sandra, frustrada con la estupidez de Gabriel.

—Todos los mitos tienen base en la realidad. He encontrado varios tesoros que decían que no existían —dice Gabriel.

—¿En serio? ¿Entonces por qué no te reconozco? ¿No serías famoso por tus hallazgos, como un verdadero Indiana Jones? —observa Sandra sarcásticamente.

—No lo hago por la fama —dice Gabriel.

—¿Y si no te quiero ayudar?

—Caminaré contigo al próximo pueblo. Tienes tu mochila con tu cartera y pasaporte. Puedes volver a casa o Costa Rica y continuar con tu vacación, suponiendo que los hombres del avión no te encuentren —contesta Gabriel.

Sandra piensa en el siniestro hombre del avión y luego en el hombre guapo que tiene en frente. Aunque no conoce bien a Gabriel, su instinto le dice que no le hará daño. 

—¿Cuál es tu plan? —pregunta Sandra. Gabriel sonríe. Es aún más guapo cuando sonríe.

—Creo que el tesoro está en una de las ruinas mayas en la península de Yucatán. Pienso empezar con la más famosa —responde Gabriel.

—Chichén Itzá. 

—Eres inteligente además de hermosa —dice Gabriel con otra sonrisa. Nadie ha coqueteado con Sandra en tanto tiempo que no sabe cómo responder. Se sonroja y aclara la garganta.

—Pues, ¿qué esperamos? Cuanto más pronto encontremos el tesoro, más pronto podré volver a mis vacaciones.

Dos horas después están en un autobús rumbo a Chichén Itzá. Sandra lee su libro, aunque ahora no lo trata como ficción: lee buscando pistas para encontrar el supuesto tesoro. Gabriel duerme a su lado. De vez en cuando, Sandra mira a Gabriel. Realmente es guapo. Su pelo oscuro es un poco rizado. Su piel de color caramelo es suave. Parece musculoso. «Pero me empujó de un avión», piensa Sandra, y vuelve su atención al libro.

Llegan a la entrada de Chichén Itzá. Hay un montón de gente porque es domingo y los domingos los ciudadanos mexicanos no tienen que pagar para entrar. Sandra y Gabriel pagan y entran. Pasan por puestos de artesanías y llegan al gran templo, El Castillo.

—¡Es maravilloso! —exclama Sandra. 

—Por eso es una de las siete maravillas modernas del mundo —dice Gabriel.

—La arquitectura es tan impresionante. ¿Sabías que en el solsticio el sol aparece perfectamente en la escalera, terminando en la cabeza de serpiente en la base y dando la apariencia de una gran serpiente? Es el dios maya Kukulcán. Además, el templo está construido encima de múltiples templos, como una muñeca rusa, uno sobre otro —explica Sandra.

—¿Y sabías que en uno de los cuartos del templo hay un trono de jaguar? Es rojo con ojos y manchas de jade. Necesitamos entrar allí. Creo que el tesoro está debajo del trono —dice Gabriel. 

—No es posible. Nadie puede subir al templo. Está muy vigilado. Además, si hubiera un tesoro debajo del trono, ¿no crees que ya lo habrían encontrado? —responde Sandra, dudosa.

—Yo tengo algo que los arqueólogos no tienen —dice Gabriel mirando a Sandra. Ella no comprende.

—Pues, ¿cuál es tu plan? Te van a atrapar antes de pisar un solo escalón —dice Sandra.

—Mi plan ahorita es ser turista —dice Gabriel. Saca una cámara desechable de su bolsillo y toma fotos. 

Sandra está confundida, pero no sabe qué más hacer, así que sigue a Gabriel por las ruinas. Visitan el Cenote Sagrado, el lugar que dio inicio a la ciudad de Chichén Itzá. Miran el gran espació donde jugaban el juego de pelota y ven los petroglifos de jugadores literalmente perdiendo la cabeza. Observan el Grupo de las Mil Columnas con su estatua lejana de Chac Mool, el dios de la lluvia. Por fin caminan al Observatorio.

Por todos lados hay gente vendiendo artesanías, ropa, mantas y más. Gabriel para en uno de los puestos y compra una estatua pequeña. Es la cabeza de un jaguar con la boca abierta pintada en colores brillantes. 

«Realmente está obsesionado con los jaguares», piensa Sandra.

El parque cierra a las cinco y las personas caminan hacia la salida. Gabriel y Sandra caminan con los demás. De repente, Gabriel jala a Sandra detrás de una pared.

—¿Qué haces? —pregunta Sandra en un susurro.

—No podemos entrar al Castillo con todos los turistas presentes, así que entraremos esta noche —responde Gabriel.

—No, yo no voy a romper la ley. Me gustaría poder volver a México algún día —dice Sandra y hace para salir.

—Es la única manera de encontrar el tesoro. ¿No te gustaría el interior del templo? —dice Gabriel, con los ojos brillantes.

Sandra está en conflicto. Quiere subir al templo, pero no quiere ser un criminal. Un guardia pasa y Gabriel y Sandra se refugian más dentro de una casa en ruinas. «Ya estoy rompiendo la ley», piensa Sandra.

—Bien. Te ayudaré —susurra Sandra. 

—Excelente. Ahora esperamos la noche —dice Gabriel con emoción.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: La aventura de la vida, parte 1

Season 10, episode 24

Sandra is a Spanish teacher on her way to Costa Rica for a much needed vacation. But Sandra’s plans are interrupted when a handsome stranger pushes her out of the airplane over the Yucatan peninsula of Mexico. Now she is in for the adventure of her life.

This story is in the third person and present tense. Important vocabulary in the story includes: “asiento” (seat),“avión” (plane), “pasillo” (aisle), “agarra” (grab) and “refugiar” (to take shelter).

La aventura de la vida

Sandra está lista para las vacaciones. Le gusta su trabajo como maestra en una escuela secundaria, pero necesita un descanso de los estudiantes energéticos. El año ha sido estresante y Sandra quiere tiempo para relajarse. Decide ir a la playa de Costa Rica.

Todo está listo para su viaje. Tiene su pasaporte, su hotel, y su vuelo. Sandra está muy emocionada. Llega al aeropuerto con mucho tiempo. Compra un café y lee un libro mientras espera su avión.

Después de leer por un rato, Sandra pone el libro a un lado y mira a las personas. Hay parejas enamoradas que obviamente van a Costa Rica para su luna de miel. Hay grupos de amigos que van por una semana divertida. Hay familias que van con sus hijos chiquitos. Hay estudiantes que repiten palabras españolas mientras estudian. Hay pocas personas que viajan solas como ella. 

Por fin llega el tiempo de subir al avión. Sandra espera su turno con paciencia. Es una maestra y no tiene mucho dinero, así que tiene una silla en la parte de atrás del avión y es uno de los últimos en subir. Encuentra su asiento al lado de los baños y sigue leyendo su libro. Es un libro de ficción ubicado en la tierra de los mayas. 

—Los mejores asientos en un vuelo —una voz masculina interrumpe. Sandra cierra su libro y ve un hombre guapo y moreno que le habla.

—¿Crees que los mejores asientos están al lado del baño? —Sandra responde.

—Claro. No hay nadie detrás de ti para pegar tu asiento —el hombre guapo contesta y se sienta a su lado—. Soy Gabriel. ¿Cómo te llamas?

—Sandra.

—Mucho gusto, Sandra.

—Igualmente, Gabriel.

—¿Qué lees? —pregunta Gabriel indicando el libro de Sandra.

El jaguar. Es un libro de ficción histórica sobre los mayas —responde Sandra.

—Qué interesante. ¿Sabes mucho sobre los mayas, o solo lees su ficción? —pregunta Gabriel.

—Sé bastante, pero no soy experta. Soy maestra de español y enseño a mis estudiantes sobre los mayas —explica Sandra.

—¿Por qué no vas a la tierra de los mayas en vez de Costa Rica? —dice Gabriel con curiosidad.

—Porque estoy de vacaciones y solo quiero relajarme en la playa. Necesito distancia de cosas escolares. Y créeme, este libro no es educativo. Es pura ficción y entretenimiento —dice Sandra.

—Entonces, no te distraigo más de tu entretenimiento. Puedes seguir leyendo —dice Gabriel. Se pone audífonos y deja de hablar con Sandra.

Sandra abre su libro de nuevo, pero no puede enfocarse completamente. Gabriel es muy guapo y simpático. Quiere seguir hablando con él, no tiene muchas oportunidades de hablar con hombres guapos dónde vive, pero no puede pensar en un tema para agarrar su atención. Además, un hombre tan bueno como Gabriel seguramente tiene una novia en casa.

Después de estar en el avión por una hora, Sandra tiene que usar el baño. Pone su libro en su mochila. Toca el hombro de Gabriel y pide permiso para pasar. Gabriel se levanta y mueve al pasillo para que Sandra pase. Mientras usa el baño la luz de “asegurarse el cinturón” aparece para indicar que pasan por turbulencia.

«Siempre me pasa en el momento más inoportuno» piensa Sandra. Hay un ruido muy fuerte fuera de la puerta. Sandra piensa que la turbulencia es muy mala. Sandra se lava las manos rápidamente y abre la puerta para volver a su asiento, pero hay un hombre fornido e intimidante bloqueando el pasillo. 

—El baño está desocupado si lo necesitas —dice Sandra con una sonrisa nerviosa. El hombre responde con una sonrisa malvada. Levanta sus manos para agarrar a Sandra cuando Gabriel aparece detrás de él. Toca dos puntos específicos en su cuello, y el hombre se desploma. Gabriel empuja su cuerpo gigante en el baño.

—¿Qué pasa? —pregunta Sandra.

—No hay tiempo para explicar ahora. Ponte esto —dice Gabriel y le pasa su mochila.

—¿Por qué? Voy a mi asiento —dice Sandra.

—No vas a tu asiento. Vienes conmigo —dice Gabriel. Agarra a Sandra y la conecta a un arnés. Luego abre la puerta de emergencia y salta.

Sandra está en shock. Nunca ha saltado de un avión en su vida. Grita muy fuerte. Está cayéndose por el aire y tiene mucho miedo. Después de un buen rato Gabriel jala una cuerda y un paracaídas abre y reduce su velocidad hacia la tierra.

Sandra mira abajo. Hay mucha vegetación y pocas casas. ¡Van a chocar con los árboles!

—¡Levante tus pies! —grita Gabriel.

—¿Qué? —grita Sandra.

—¡Levanta tus pies! —repite Gabriel.

Sandra levanta sus pies mientras Gabriel maneja el paracaídas a un campo, lejos de los árboles. Sandra está muy aliviada cuando tocan la tierra y Gabriel la desconecta. Se levanta y empieza a correr.

—¿Adónde vas? ¡No te vayas! ¡Sandra! —grita Gabriel. Sandra no escucha, sigue corriendo, pero está débil y en shock y no corre lejos. En poco tiempo Gabriel la alcanza.

—Sandra, necesitamos quedarnos juntos —dice con calma.

—¿Por qué necesito quedarme con un hombre que me empujó de un avión? —pregunta Sandra.

—Lo hice para tu protección —dice Gabriel.

—¡¿Protección?! ¿Por qué necesito protección? No soy nadie importante. ¡Soy maestra en una escuela secundaria! ¡A nadie le importo! —grita Sandra.

—Te puedo explicar, pero primero necesitamos encontrar refugio. Saben que saltamos del avión y nos van a buscar —dice Gabriel. 

—No te sigo a ninguna parte hasta que me expliques qué está pasando —dice Sandra. Se sienta dramáticamente en una roca y se niega a moverse.

—No tenemos tiempo para esto. Créeme. Soy el hombre bueno en esta situación —dice Gabriel.

—Yo no sé eso. Tú podrías ser el hombre malvado. Necesito una razón para creerte —dice Sandra.

—Bueno, ¿pero puedo explicarlo mientras caminamos? Será muy fácil encontrarnos aquí en este campo. Necesitamos refugiarnos —dice Gabriel.

Sandra no confía completamente en Gabriel, pero confía mucho menos en el hombre grande que estaba en el avión, entonces se levanta de la roca y sigue a Gabriel.

—¿Dónde estamos? —le pregunta.

—En el Yucatán —responde Gabriel, checando una brújula.

—¿Y adónde vamos? —pregunta Sandra.

—Mientras caíamos vi una casa que parecía abandonada. Podemos pasar la noche allí y hacer un plan.

—¿Y vas a explicarme ahora qué está pasando? —pregunta Sandra exasperada.

—El hombre en el avión quería hacerte daño. Yo te rescaté —explica Gabriel.

—Esta es una explicación pésima. Nadie quiere hacerme daño. Solo soy…

—Ya sé. Solo eres una maestra de español en Lincoln Middle School en el pueblo pequeño de Aurora, Nebraska. Pasas tus días enseñando en la escuela y tus tardes leyendo en casa. Los fines de semana vas a Lincoln para visitar a Lula, tu abuela materna. Ella te regaló el libro que estabas leyendo en el avión.

—¿Cómo sabes todo eso? —pregunta Sandra asombrada.

—Necesito tu ayuda para encontrar algo. Y aparentemente, necesitas mi ayuda para seguir viva —responde Gabriel—. ¿Qué dices, Sandra? ¿Estás lista para una aventura?

El fin.

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Simple Stories in Spanish: El sendero

Season 10, episode 23

If you follow me on Instagram, you know that I love hiking in nature. At the beginning of July I did a few really difficult hikes in the mountains. While they were hard, they were also stunningly beautiful. Today’s story recounts the poetic beauty I find when hiking on the trail.

This story is in the first person and present tense. Important vocabulary in the story includes: “sendero” (trail),“árboles” (trees), “flores” (flowers), “cascada” (waterfall) and “sigue” (continues/follows).

El sendero

El sendero parece como cualquier otro: un paseo de tierra entre los árboles. Pero este sendero no es como cualquier otro. Este sendero es especial.

El sendero empieza en un bosquecillo de álamos temblones. La corteza blanca y suave de los álamos temblones contrasta con sus hojas verdes y el azul brillante del cielo. Entre los álamos temblones hay flores amarillas en tallos altos. Las hojas de los álamos temblones y las flores amarillas se mueven en el viento como un saludo de “buenos días” en una mañana bonita.

El sendero sube rápido entre los árboles y flores. Partes del sendero son muy empinadas, y las rocas y la tierra se mueven bajo mis pies. Pero el sendero continúa, y yo también. 

Escucho el rugido del agua. Después de unos pasos, los árboles se abren y una cascada aparece en el bosque. El agua de la cascada cae por las rocas, salpicando las plantas que crecen a su orilla.

Mientras sube el sendero, los álamos temblones desaparecen y los pinos aparecen. Con los pinos viene un olor bonito y dulce: el olor del bosque. Los pinos ofrecen sombra del sol caliente. Nuevas flores amarillas, moradas, azules y blancas, decoran la tierra al lado de los pinos.

Y todavía, el sendero sube. Sube entre los pinos altos hasta que los pinos también desaparecen. El sendero ha llegado a la línea de los árboles. Los árboles necesitan ciertas condiciones para crecer, y más arriba de esa línea, las condiciones alpinas no permiten los árboles.

Aunque no hay árboles, todavía hay mucha vida. Una alfombra de flores silvestres en colores brillantes cubre la tierra. Mariposas con alas amarillas y naranjas suben y bajan entre las flores. Abejas gordas recolectan polen.

Detrás de las flores y su actividad, las montañas, con nieve en sus grietas, dominan la vista. El sendero sube una de esas montañas. Es difícil caminar por la inclinación del sendero y las rocas, y es difícil respirar por la falta de oxígeno. Pero el sendero sigue, y yo también.

La girasol alpina, que también se llama “el viejo de la montaña”, me anima a continuar mi viaje en el sendero. Cientos de girasoles diminutos cubren la tierra bajo picos escarpados. Su color amarillo en el terreno accidentado es como una sonrisa de la Pachamama, la Madre Tierra.

El sendero cruza rocas sueltas. Un paso incorrecto podría resultar en una caída dolorosa, y ese pensamiento me preocupa. Mirar hacia abajo me llena de terror. El sendero sube muy alto, y no me gustan las alturas. Una ráfaga repentina de viento me quita el equilibrio y, por un momento, no puedo moverme.

Pierdo el sendero entre las rocas y busco un montículo de piedras. Esas pequeñas torres de piedras identifican el sendero en áreas donde es fácil perder el camino. 

Aunque tengo miedo de la altura y respiro con dificultad, sigo adelante, siguiendo los montículos de piedras, para ver la belleza del sendero. ¡Y qué belleza! Aún en esas alturas, flores blancas y moradas crecen entre las rocas, unas más pequeñas que la uña de mi dedito. Nubes flotan como algodón en el cielo azul sobre las montañas.

He llegado al paso, pero quiero subir una montaña, entonces sigo el sendero hasta el pico. No es una de las montañas más altas de Colorado, pero todavía ofrece una vista increíble. Desde un pico de más de 13,000 pies, o 4,000 metros, puedo ver por millas en todas direcciones.

Desde el sendero en el pico, veo lagos alpinos. Veo valles verdes. Veo árboles y flores. Veo casadas. Veo pájaros volando por abajo. A veces veo una cabra de montaña o una ochotona.

Me encanta la sensación que tengo cuando estoy por encima de la línea de árboles mirando las montañas a lo lejos. Me siento libre de las preocupaciones de la vida. Me siento transportada, como si pudiera ver lo que es más importante en la vida y alinear mis prioridades.

En esos momentos en las montañas, me siento a la vez minúscula, especial y poderosa. Me siento minúscula porque ¡soy una parte tan pequeña de este mundo maravilloso! Pero también me siento especial porque creo que el mismo Dios que creó este mundo maravilloso que estoy viendo me creó a mí y que Él se preocupa por mí. Finalmente, me siento poderosa, porque sé que puedo superar los obstáculos de la vida de la misma manera que he superado los obstáculos del sendero – un paso a la vez.

Sin embargo, llegar a la cima de la montaña no es el fin del sendero. El sendero continúa, y yo lo sigo. El sendero baja la montaña. Pierdo el sendero en un campo de nieve. Busco un lugar seguro para pasar al otro lado. Sigo adelante con cuidado porque la nieve está blanda por el sol.

Llego al otro lado y encuentro el sendero de nuevo. Brinco por pequeños arroyos de nieve derretida. El sendero pasa por un lago alpino. El agua sirve como un espejo, reflejando la belleza de las montañas. Flores crecen en la orilla y peces brincan en el agua helada. 

Escucho un silbido. Es una marmota. Avisa a las otras marmotas de mi presencia. Unas marmotas corren a sus casas bajo las rocas cuando paso por el sendero. Otras marmotas sienten curiosidad y me observan desde una distancia.

Sigo el sendero entre rocas enormes cubiertas de musgo. Parecen las paredes de un castillo antiguo, pero no hay castillos en las montañas aquí, solo son rocas. ¡Qué lástima!

El sendero continúa. Baja de las alturas para estar otra vez entre los pinos. Al lado del sendero están los restos de una cabaña, probablemente la vieja casa de un minero. Entre la madera de las paredes caídas hay un cubo oxidado. Imagino al minero buscando oro y plata en las Montañas Rocosas. Quizás caminaba por el mismo sendero que uso.

El sendero llega a un riachuelo. No hay un puente. No hay rocas grandes, ni un árbol para cruzarlo. Es imposible brincar de un lado al otro. Me siento y me quito los zapatos. Pongo un pie en el agua. ¡Está muy fría! El agua helada pasa rápido y trato de no perder el equilibrio y caerme en el riachuelo. Aunque esté fría, el agua es refrescante y me gusta.

Me pongo los zapatos de nuevo y sigo el sendero. Pasa por un claro en el bosque. Hay movimiento en el claro y veo una cierva y dos pequeños cervatos. No quiero espantarlos, así que no me muevo. Comen las plantas al lado del sendero. De repente, la cierva me ve y corre con sus cervatos a los árboles.

Camino por flores tan altas como yo en el claro. Otra vez veo mariposas blancas y abejas amarillas volando entre los pétalos morados. Siento que el sendero está pasando por un mundo de fantasía.

Encuentro un arbusto de frambuesa al lado del sendero. La frambuesa es mi fruta favorita, así que como algunas. De repente, escucho un ruido. ¡Un oso también come las frambuesas! 

Reacciono con calma. Doy unas palmadas y grito: “¡Hola oso!”. El oso levanta su cabeza. Doy otra palmada y grito otra vez: “¡Hola oso!”. El oso me tiene mas miedo a mí que yo a él, y se va corriendo. ¡Por suerte, no corre por mi sendero!

Sigo el sendero por más árboles y flores. El sendero pasa por el barranco de un cañón y veo varios colores en las rocas. Abajo en el cañón hay muchas cascadas. El agua está lejos, pero el rugido del agua todavía es fuerte. 

El sendero baja la montaña. Me duelen los dedos de los pies y las pantorrillas, pero sigo adelante. Otra vez paso por el bosquecillo de álamos temblones. Ahora, en vez de decir “buenos días”, sus hojas me dicen “hasta luego”.

Finalmente, llego de nuevo a mi coche. El sendero ha terminado, y yo también. Regreso a casa completamente agotada, pero llena de la energía refrescante de la hermosa naturaleza que encontré en el sendero.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: Eloy el alux

Season 10, episode 22

In my recent trip to Mexico I learned about the aluxes, small elves that, according to Mayan folklore, protect the nature of the Yucatán Peninsula. Today’s story is about one of the aluxes and the mischief that they stir up when their environment is disturbed without their permission.

This story is in the third person and present tense. Important vocabulary in the story includes: “alux” (mayan word for a spiritual little person that causes chaos or brings luck, depending on how you treat it), “cenote” (“water-filled sinkhole, sometimes covered, sometimes open, often very deep and fed by underground rivers”), “dejar” (to leave),“divertirse” (to have fun), “se ríe” (laughs), “travieso” (mischievous), “herramientas” (tools), and “caras” (faces).

Eloy el alux

En la península del Yucatán en México, hay un hombre pequeño llamado Eloy. Eloy no es una persona normal. Primero, tiene ojos muy grandes que brillan como esmeraldas. Segundo, tiene orejas puntiagudas. Y, por último, es muy bajo: solo mide 50 (cincuenta) centímetros.

Eloy no es una persona normal, es un alux. Los aluxes son pequeñas criaturas similares a un duende. Viven en la jungla de la península Yucatán, que es parte de México, Guatemala y Belice. Los aluxes son muy elusivos. No les gustan las áreas residenciales; prefieren la naturaleza porque es su trabajo protegerla. Muy pocas personas han visto un alux, así que son muy misteriosos. Los aluxes también son traviesos. Les gusta causar problemas para la gente.

Eloy es un alux en el estado de Quintana Roo en México. Tiene una vida muy feliz. Vive en la jungla con un cenote cerca. Un cenote es un lago subterráneo. Hay al menos 6,000 (seis mil) cenotes en la península de Yucatán. A Eloy le gusta mucho su cenote. Está en una cueva enorme con un hoyo en el techo. Unas plantas bonitas crecen en el hoyo. Cuando Eloy tiene mucho calor, va al cenote para refrescarse. Flota en el agua y mira la luz que se filtra por las plantas y el hoyo. En esos momentos, Eloy piensa que está en el paraíso.

A los turistas también les gustan mucho los cenotes. Turistas de todo el mundo visitan la península del Yucatán para nadar en los cenotes. Les gusta nadar en el agua fría. Les gusta tomar fotos en las cuevas exóticas. Les gusta bucear en el agua profunda.

Pero el cenote de Eloy solo existe para él. No hay turistas que visitan su cenote, así que Eloy está muy contento con su vida.

Un día, Eloy está caminando en su jungla cuando escucha unos ruidos fuertes. Se acerca para investigar. Ve un camión grande. Hombres salen del camión y cortan los árboles para hacer un camino. Eloy está enojado. ¿Qué hacen estos hombres en su jungla?

El camino que los hombres cortan se extiende hacia el cenote. Eloy sabe que necesita hacer algo. No puede permitir que destruyan su cenote. Necesita proteger su jungla y su cenote.

Los hombres regresan a sus casas en la tarde. Mientras no están, Eloy trabaja. Mueve los árboles cortados para bloquear el nuevo camino. ¡Ahora el camión no puede pasar!

En la mañana, el camión con los hombres llega al camino, pero no puede pasar por los árboles. Eloy observa desde la jungla y se ríe cuando ve las caras enojadas. Por desgracia, los hombres no se van. Bajan del camión y mueven los árboles al lado para poder pasar. Un nuevo camión especial llega que mueve los árboles rápidamente. Al final, llegan cerca del cenote. Empiezan a cortar más y más árboles hasta que hay un gran rectángulo vacío en el centro de la jungla.

En la tarde, los hombres suben al camión y se van, pero esta vez dejan un camión atrás. Es el camión especial que mueve los árboles. Eloy decide divertirse con el camión. Usa el camión para mover los árboles cortados en forma de una pirámide en el centro del gran rectángulo. Luego, desconecta unos cables del camión para que los hombres no puedan usarlo.

Cuando los hombres llegan en la mañana, no pueden creerlo. Ven los árboles apilados en una pirámide perfecta. Necesitan mover los árboles, pero cuando entran al camión, no arranca, no hace ningún ruido.

Eloy mira la frustración de los hombres desde la jungla y se ríe. Pero deja de reírse cuando los hombres cambian de táctica y caminan hacia el cenote. El cenote es un lugar sagrado para Eloy. Es la conexión entre el mundo físico y el mundo espiritual. ¿Qué van a hacer a su cenote?

Primero, los hombres construyen un camino a la entrada del cenote. Cortan las plantas y ponen cemento. Eloy decide divertirse con el cemento. Tira ramas, hojas y rocas en el cemento mojado. Los hombres necesitan pasar mucho tiempo arreglando el cemento.

Luego los hombres entran al cenote. Hacen mucho ruido en la cueva construyendo una plataforma sobre el agua. A Eloy no le gusta el ruido. No hay mucha luz natural en la cueva y Eloy se esconde en las sombras. 

Un hombre deja sus herramientas sobre la plataforma y camina a la entrada por más madera. Eloy sale de la sombra y empuja las herramientas. Caen en el agua con un chapoteo. El cenote es profundo y las herramientas se hunden, no flotan. Eloy vuelve a las sombras y se ríe.

Cuando el hombre vuelve por sus herramientas, no puede encontrarlas. Eloy ve su cara frustrada y se ríe. El sonido de la risa hace eco en la cueva del cenote. Ahora el hombre parece asustado. Eloy observa el susto en su cara y se ríe otra vez. El hombre mira por la cueva y luego se va corriendo.

Cuando Eloy está solo, decide deshacer el trabajo del hombre. Corta la madera de la plataforma, desconecta cuerdas y soportes. Esconde herramientas en las rocas.

En unos minutos, el hombre vuelve a la cueva con otros hombres. Eloy escucha mientras el hombre habla de la risa malvada que escuchó en la cueva. El hombre les dice que fue la voz de Xibalbá, el dios del inframundo.

Eloy piensa que es muy cómico que el hombre cree que él es Xibalbá. Los cenotes son portales al inframundo, ¡pero Eloy no es Xibalbá, es solo un pequeño alux! Eloy se ríe muy fuerte. Su risa hace eco en la cueva.

Todos los hombres están asustados cuando escuchan el eco de la risa. ¡Todos piensan que es Xibalbá! Se mueven para salir del cenote, pero la plataforma no puede soportarlos por las travesuras de Eloy. La plataforma se descompone y todos los hombres se caen en el agua.

Eloy no puede controlarse. ¡Se ríe y se ríe! Los hombres nadan a la entrada y salen rápido del agua. Corren de la cueva y Eloy está solo en su paraíso otra vez.

Después de un tiempo, Eloy sale del cenote. En el camino, pisa en el cemento, que todavía no está curado. Deja huellas de sus pequeños pies en el cemento mientras camina a su casa en la jungla.

En la mañana, los hombres vuelven, pero no están solos. Una mujer especial está con ellos. Eloy reconoce su poder espiritual de inmediato. La mujer es una Ajq’ij, una líder espiritual maya.

La Ajq’ij camina por el área. Mira la pirámide de árboles y se sonríe. Mira las huellas de los pies de Eloy en el cemento y se sonríe. Mira las caras ansiosas de los hombres y  se sonríe.

—Amigos, no deben tener miedo. Xibalbá no está causando problemas aquí. Hay un alux que protege este cenote y ustedes no le pidieron permiso para estar aquí.

La Ajq’ij hace una ceremonia cerca del pirámide de árboles que Eloy construyó. Quema copal, un incienso sagrado hecho por la resina. La Ajq’ij habla con Eloy en la lengua maya. Pide permiso usar el cenote y la jungla. A cambio, promete construirle un Kahtal Alux, o pequeña casa, y dejarle ofrendas.

Eloy está un poco sospechoso de los hombres, pero cuando la ceremonia termina, los hombres construyen una pequeña casa bonita y dejan miel adentro. A Eloy le gusta mucho la miel, y la casa es muy bonita. Eloy está contento y decide no causar más travesuras ese día. De hecho, toma las herramientas que había escondido en la cueva y las dejó al lado de su pirámide de árboles.

El próximo día, los hombres llegan y trabajan. Eloy los observa, pero no interfiere con el trabajo. Extienden la plataforma en el cenote y ponen unos cables para una tirolesa. Eloy no está muy contento con los cambios a su cenote, pero al fin del día, los hombres dejan agua, miel, y velas afuera de su Kahtal Alux, entonces Eloy no destruye su trabajo. De hecho, Eloy está tan contento que decide ayudar un poco y arregla el camión que mueve los árboles.

Después de varios meses de trabajo, la jungla de Eloy ha cambiado mucho. Hay una tienda, un restaurante, una hortaliza y hamacas. En el cenote hay varias plataformas y cuerdas para jugar en el agua.

Familias de México y de todo el mundo llegan y se divierten en el cenote. Unas personas visitan el Kahtal Alux de Eloy y le dejan ofrendas. Eloy necesita las ofrendas para ser feliz. Si un día no hay ofrendas fuera de su Kahtal Alux, Eloy volverá a sus travesuras. Pero por el momento, está contento compartir su paraíso en la jungla.

El fin.

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Simple Stories in Spanish: Srin y Anna

Season 10, episode 21

Srin is from India, Anna is from Spain. They met on the beach in Miami. Since that first meeting, they have become inseparable. Now they are ready for the next chapter in life’s adventure.

This story is in the third person and includes multiple tenses, including present, past, perfect and future. Important vocabulary in the story includes: “ambos” (both),“pandemia” (pandemic), and “media naranja” (“other half”).

Srin y Anna

Hay un hombre que se llama Srin. Srin es de India. Cuando era joven, se mudó a la ciudad de Nueva York con sus padres. Luego estudió las finanzas en la universidad de Nueva York. Trabajó por varios bancos en Nueva York durante unos veinte años.

Aunque le gusta mucho Nueva York, también le gusta visitar la ciudad de Miami. Miami ofrece cosas que Nueva York no tiene, como sol, playa y muchas personas atractivas. Además, el vuelo de Nueva York a Miami es conveniente.

En el año 2018 (dos mil dieciocho), después de mucha reflexión, Srin compró un apartamento en la playa de Miami. Escapaba a su nuevo apartamento durante los fines de semana. Trabajaba en Nueva York y visitaba Miami casi todos los fines de semana hasta la pandemia de 2020 (dos mil veinte).

Durante la pandemia, Srin pudo trabajar desde casa. Así que decidió trabajar desde su apartamento en Miami. Mientras estaba en Miami, ocurrieron varias cosas que impactaron su vida, pero un evento en particular la cambió para siempre.

Srin estaba contento con su vida de soltero. Era independiente y podía hacer lo que quería, sin las demandas de nadie más. No buscaba una relación, pero, sí deseaba algo de compañía en ese tiempo de aislamiento debido a la pandemia. Decidió usar una aplicación de citas, ya que era la única forma de conocer a personas durante la pandemia. En la aplicación conoció a una mujer llamada Anna. Decidieron encontrarse en la playa para su primera cita. Por coincidencia, ambos llegaron después de asistir a clases de ejercicio. ¡Ya tenían algo en común!

Anna había llegado recientemente a Miami por una trasferencia de su empresa. Antes trabajaba en Londres, pero originalmente era de Barcelona, España. A Srin le gustó Anna de inmediato. Era rubia y bonita, pero lo que más lo impresionó fue su personalidad encantadora y su hermosa sonrisa. Anna era inteligente, hablaba varios idiomas, viajaba mucho y tenía una gran curiosidad por la vida.

Ambos supieron que querían verse otra vez y así fue. Más adelante, decidieron hacer un viaje en bicicleta al estado de Maine con un grupo turístico, para visitar el Parque Nacional de Acadia y el Puerto Bar.

Aunque Anna y Srin estaban en buena forma física, ninguno era ciclista. El primer día del viaje fue muy largo: ¡50 (cincuenta) millas! Fue una sorpresa para ambos y resultó bastante duro. Srin estaba impresionado por el buen humor de Anna durante todo el viaje. Nunca se quejó, incluso cuando estaba muy cansada. Anna, por su parte, admiraba la atención de Srin: él siempre se preocupaba por ella, le ofrecía agua y conversaba con ella. Anna se sentía muy segura con Srin a su lado.

El viaje a Maine duró una semana. Durante el día montaban en bicicleta, y por la tarde comían y compartían una buena botella de vino. Desde ese primer viaje, Srin y Anna han hecho otros viajes en bicicleta a Marruecos, Croacia, Montenegro y Bosnia. Un país que Srin y Anna han visitado varias veces es España como Anna es de Barcelona y tiene familia allá. También han visitado Francia, Brasil, Chile y Argentina, disfrutando de la gastronomía y de las vistas magníficas de cada lugar. ¡Anna y Srin se volvieron inseparables!

Cuando la familia de Srin visitó España por primera vez quedaron muy impresionados. Les encantaron las ciudades de Madrid, Barcelona, Sevilla y, especialmente, Valencia. Les gustaba mucho la arquitectura del país: la arquitectura árabe en Sevilla y Valencia, la arquitectura clásica en Madrid y la arquitectura de Gaudí en Barcelona. También disfrutaron mucho la historia del país visible en los edificios y museos. ¡El arte era increíble!

Más que todo, la familia de Srin se enamoró de la comida. Comieron todos los platos tradicionales como paella, gambas al ajillo, gazpacho y mucho más. En Barcelona comieron una gran variedad de tapas, lo cual es una forma ideal de probar muchas comidas diferentes en pequeñas porciones.

En 2023 (dos mil veintitrés), las familias de Anna y Srin pasaron la Navidad juntas en Barcelona. Las vacaciones fueron muy agradables y Srin estaba más enamorado de Anna que nunca. Srin dio cuenta de que había encontrado el amor de su vida, y tomó una gran decisión.

Al principio, Srin no estaba interesado en una relación a largo plazo. Estaba contento con su independencia y tenía su manera de hacer las cosas. No buscaba a su “media naranja”, como dicen en español. Pero Anna cambió su vida. Tenían muchas cosas en común, se amaban profundamente y casi nunca discutían – lo cual es muy raro. Anna era su media naranja y Srin estaba completamente seguro de que quería pasar el resto de su vida con ella. 

El agosto siguiente, Srin alquiló una casa en la Costa Brava, una región cerca de Barcelona. Srin y Anna invitaron a sus padres a pasar una semana de vacaciones allí. Todos pensaban que estaban allí solo para disfrutar de las vacaciones, pero Srin tenía otro motivo para la reunión.

Srin había hecho un plan. En Miami, Srin y Anna normalmente se levantan temprano para correr en la playa. Srin pensó que harían lo mismo en España. Planeó correr una mañana en la playa y proponerle matrimonio a Anna durante el amanecer. ¡Qué romántico!

Pero esa mañana nunca llegó. Nunca se levantaron a tiempo para ver el amanecer en la playa. Además, cada vez que salían a correr, sus padres les pedían que compraran cosas en el mercado, como gambas o mariscos para la comida. Srin no quería proponer matrimonio y luego tener que ir de compras, así que abandonó su plan romántico. Aun así, sabía que quería estar con Anna. Estaba seguro de que el momento perfecto llegaría… pero ¿cuándo? Las vacaciones estaban por terminar. 

La casa que alquilaron tenía un balcón. Un día, cerca del final del viaje, Srin vio a Anna en el balcón. Estaba preciosa. Srin tomó su mano y juntos miraron el mar Balear. Srin se sentía muy agradecido por su vida maravillosa,  y decidió que ese era el momento para hacerla aún mejor. Miró al amor de su vida, su media naranja, y le dijo:

—Anna, tengo mucha suerte de que nuestros caminos se hayan cruzado. Conocerte ha cambiado mi vida más de lo que puedo expresar. Te amo muchísimo y quiero pasar el resto de mi vida contigo. No puedo esperar las aventuras que viviremos juntos. ¿Te casarías conmigo?

Anna estaba muy sorprendida. Para alivio de Srin, ¡Anna dijo que sí se casaría con él! Después de un rato, salieron a compartir la feliz noticia con sus padres, quienes también estaban muy sorprendidos. Pasaron el resto de las vacaciones en la Costa Brava celebrando el compromiso.

El 1o (primero) de mayo, Anna y Srin se casarán en una ceremonia pequeña en Miami. Srin está más enamorado de Anna que nunca, y está muy emocionado por todas las aventuras que compartirán.

Srin y Anna, yo les deseo toda la felicidad del mundo en esta nueva etapa de sus vidas. ¡Enhorabuena!

El fin.

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