Season 10, episode 11
Catalina and Gustavo worked hard to bring their child Benjamín to life. After the neighbors discovered their secret, they were taken away to a secret location. Now, their son is being held hostage in a way to make them create more robots like him. Will Catalina and Gustavo find a way out?
This story is in the third person and the present tense with some future, conditional, subjunctive, and perfect tense use as well. Important vocabulary in the story includes: “taller” (workshop), “cerebro” (brain), “tapar” (to cover), and “confía” (trusts).
El hijo robot, parte 5
Benjamín tiene miedo. Está en un camión con personas desconocidas. Los desconocidos llevan ropa militar y portan armas. No hay ventanas, así que no puede ver qué ocurre afuera, pero escucha los gritos de sus padres.
—¡No! ¡Mi hijo! ¡Benjamín! —llora Catalina.
—¡Déjenos en paz! ¡No hemos hecho nada! ¿Qué quieren de nosotros? —grita Gustavo.
Benjamín se siente culpable por haber salido de la casa. Solo quería jugar con los otros niños, solo quería ser un niño de verdad. Ahora tiene miedo.¿Qué quieren esas personas de él?
De repente, la puerta del camión se abre y un hombre entra. A Benjamín no le gusta; le da mala espina. El hombre se acerca a Benjamín.
—Tú eres muy especial. Vas a cambiar el mundo —le dice el hombre. Luego abre el compartimento en la base del cerebro y apaga a Benjamín.
Mientras tanto, Catalina y Gustavo están en otro camión, rodeados de hombres con uniformes militares y diversas armas. Les atan las manos y tapan sus bocas. Catalina mira a Gustavo con desesperación.¿Adónde van? ¿Qué les pasará?
Los ojos de Gustavo están llenos de ira y determinación. Parecen decir: «Ten fé. Ganaremos nosotros». Catalina sabe que tiene que ser fuerte por Benjamín, pero está muy preocupada. ¿Dónde estará Benjamín? ¿Qué estará pensando?
El camión parece mover durante una eternidad. Los brazos de Catalina le duelen, y está muy incómoda. Por fin el camión se detiene y las puertas se abren. Están dentro de un garage. Bajan a Catalina y a Gustavo por fuerza. Cuando salen del camión, ven el cuerpo de su hijo robot sobre una camilla. Dos hombres mueven la camilla a otro salón. Catalina grita y trata de correr hacia su hijo, pero su boca está tapada y un hombre agarra su brazo.
—No te preocupes, no sentirá nada. Solo es un robot —dice Javier.
Los hombres de Javier caminan con Catalina y Gustavo a un salón con solo una mesa y tres sillas. Javier se sienta en una y les indica a Catalina y Gustavo que se sienten en las otras dos. Un hombre les quita la cinta de sus bocas y se para al lado de la puerta.
—Sabía que eras inteligente, Catalina, pero nunca pensé que tendrías el talento de construir un robot tan humano. Con esa tecnología, no hay límites a lo que podríamos hacer —comienza Javier.
—No construí a Benjamín para nada más que amarlo —dice Catalina.
—Es nuestro hijo, no es ningún robot —agrega Gustavo.
—Parece que no comprenden lo que han hecho. Han construido un robot que pasa por humano. ¿No se dan cuenta de lo que esto significa? Sus robots pueden cambiar la historia, ¡pueden controlar la historia! —exclama Javier, emocionado.
—No queremos eso. Solo queremos regresar a casa con nuestro hijo —dice Gustavo.
—Saben bien que eso no pasará. Ustedes no van a ningún lado hasta que nos expliquen cómo lo hicieron —responde Javier.
—No. No les diré nada —afirma Catalina.
—Entonces tendremos que usar a su querido Benjamín como modelo. Estoy seguro de que por diseccionarlo aprenderemos todo le que necesitamos —dice Javier con frialdad.
Catalina y Gustavo se miran con miedo y preocupación. No quieren que diseccionen a Benjamín, pero tampoco quieren que otros tengan la tecnología para crear más robots como él. Catalina no confía en Javier; sabe que no es un buen hombre.
—Obtendremos la información que queremos, con su ayuda o sin su ayuda. No es como Benjamín pudiera oponerse a nosotros —insiste Javier.
Las palabras de Javier inspiran a Gustavo. Él tiene una idea; solo necesita estar en el mismo salón que Benjamín.
—Te ayudaremos —dice Gustavo. Catalina da un grito ahogado, y Javier sonríe.
—¿Qué dices? No podemos hacerlo. Es demasiado arriesgado. Piensa en las consecuencias —dice Catalina.
—Necesito mi computadora y las herramientas de mi taller —continúa Gustavo, ignorando a Catalina.
—No hay problema. Ya están aquí. Pueden empezar ahora —dice Javier. Señala a uno de los hombres y se levanta—. Lleva a nuestros invitados a su nuevo hogar.
Catalina y Gustavo caminan a un taller limpio y bien equipado con herramientas, metales y materiales electrónicos. Poco después, unos hombres entran con la computadora y otras cosas del taller de Gustavo. Cuando se van, Catalina mira a Gustavo, enojada.
—¿Cómo pudiste decir que ayudaríamos? Yo no quiero ayudar a ese…
—Mi amor —interrumpe Gustavo, indicando las cámaras en el salón. Luego susurra— Tengo un plan. Confía en mí.
Gustavo abre su computadora y comienza a construir un nuevo robot. Catalina le ayuda sin comprender, pero con confianza en su esposo. Está preocupada por Benjamín, pero por el momento no hay nada que puede hacer por él. Solo espera que su hijo no tenga miedo.
Mientras tanto, Benjamín está en una camilla en otro salón. Javier entra y abre el compartimento cerebral. Examina la placa base que controla a Benjamín. Observa la corteza cerebral, el lóbulo frontal, el hipocampo y todos los cables que conectan el cerebro artificial al cuerpo. Está impresionado.
Javier enciende el robot y observa como el cerebro se activa. Benjamín se sienta y toma un momento para escanear el salón y al hombre. Se siente incómodo.
—Hola Benjamín. Permíteme presentarme. Soy Javier y trabajo con Catalina.
—¿Conoces a mi mamá? —dice Benjamín.
—Pues, realmente no es tu mamá, ¿no? Es tu creadora. Pero, sí. Somos buenos amigos. Ella me contó todo sobre su experimento, es decir, sobre ti —dice Javier, con una sonrisa falsa.
—No te creo —responde Benjamín.
—Benjamín, con tu ayuda vamos a cambiar el mundo. Eres el primero de muchos robots que vivirán junto a los humanos —explica Javier—. Por ahora, solo quiero ver de qué eres capaz.
Mientras Javier examina a Benjamín, Catalina y Gustavo construyen un esqueleto de metal. Es un poco más grande que Benjamín y mucho más fuerte. Después de cuatro horas de trabajo, Gustavo habla a las cámaras.
—Hemos trabajado mucho. Necesitamos descansar y comer.
Después de unos minutos, un hombre entra con dos sándwiches. Gustavo usa su sándwich para tapar su boca de las cámaras.
—Vamos a construir un robot para rescatar a Benjamín —susurra a Catalina. Ella lo imita y levanta su sándwich a su boca.
—¿Un robot fuerte sin los límites que pusimos a Benjamín? —pregunta.
—Tendremos que trabajar sin descanso. Tendrás que programar un cerebro que siga nuestras órdenes. Lo más pronto que terminemos, lo más pronto podremos salir de aquí con nuestro hijo —dice Gustavo.
Terminan sus sándwiches en silencio y luego vuelven al trabajo. Gustavo conecta el esqueleto de metal, mientras que Catalina programa la placa base del cerebro artificial. Trabajan toda la noche y, en la mañana, los principios de un robot están sobre la mesa.
—Saldremos de aquí y viviremos como una familia de nuevo —susurra Gustavo mientras desayunan. Catalina piensa en su hijo y desea con todo su corazón que Gustavo tenga razón.
El fin.
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